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Cómo conseguir el equilibrio adecuado de ácidos grasos omega y sus beneficios para el embarazo

Español

by Guillaume Landry, MS, naturopath

July 4, 2018

 

Mucho se ha hablado sobre el tema de los ácidos grasos omega-3, pero es mejor decirlo dos veces que solo una. Persiste la incertidumbre con respecto al verdadero valor de los ácidos grasos omega-3 y omega-6, pero esto ocurre también porque a menudo tenemos deficiencia de los ácidos grasos poliinsaturados esenciales (PUFA, por sus siglas en inglés). Este artículo describe el metabolismo de los PUFA y algunos de los aspectos beneficiosos de los omega-3 para la concepción y las madres.

 

Vías metabólicas de los ácidos grasos omega

PUFAs are called “unsaturated” because they can capture electrons, giving them antioxidant properties. Components of cell membranes and energy sources, PUFAs also contribute to proper gene regulation. Therefore, to stay healthy, our bodies need to take in two essential PUFAs (which the body is unable to produce): linoleic acid (LA) omega‑6 and alpha‑linolenic acid (ALA) omega‑3. Once in the cell membranes, these precursors are transformed into about twenty PUFA derivatives, having longer chains and being necessary for our vehicle’s proper functioning. Let’s talk a little more about metabolism to better understand these omega fatty acids.

Los PUFA se denominan “insaturados” porque pueden capturar electrones, lo que les confiere propiedades antioxidantes. Los PUFA, componentes de las membranas celulares y las fuentes de energía, también contribuyen a la regulación adecuada de los genes. Por lo tanto, para mantenerse saludable, nuestro cuerpo necesita absorber dos PUFA esenciales (que el cuerpo no puede producir): ácido linoleico (LA, por sus siglas en inglés) omega-6 y ácido alfa-linolénico (ALA, por sus siglas en inglés) omega-3. Una vez que se encuentran en las membranas celulares, estos precursores se transforman en una veintena de derivados de PUFA, de cadenas más largas y necesarios para el buen funcionamiento de nuestro vehículo. Hablemos un poco más sobre el metabolismo para comprender mejor estos ácidos grasos omega.

El ácido linoleico, el omega-6 principal, es beneficioso cuando proviene de los aceites de girasol, cártamo, maíz y sésamo, así como de los huevos y carne de caza o productos lácteos de calidad (que contienen cinco veces más PUFA que los animales criados en granjas). El ácido linoleico genera principalmente ácido gamma-linoleico (GLA, por sus siglas en inglés, que también se encuentra en los aceites de onagra y borraja), que a su vez produce ácido dihomo-gamma-linolénico (DGLA, por sus siglas en inglés, que tiene como único origen alimenticio la leche materna) y prostaglandinas de tipo 1 (PG1) y 2 (PG2). Estos compuestos son beneficiosos para el sistema nervioso, las membranas celulares y las membranas mucosas intestinales y respiratorias.

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Sólo el 15% de este ácido linoleico de “calidad” se convierte en ácido araquidónico. Por otro lado, el omega-6 que se encuentra en carnes comunes, lácteos y embutidos (cuyo consumo promedio excede nuestras necesidades) aporta casi exclusivamente ácido araquidónico, responsable de la sobreproducción de prostaglandinas tipo 2 (PG2), que causan inflamación. Pero tranquilo, ¡las prostaglandinas tienen sus beneficios! En pequeñas cantidades, las prostaglandinas tipo 2 son útiles (figura 2), por ejemplo, para curar heridas abiertas, mediar reacciones alérgicas y dilatar el cuello uterino durante el parto. Sin embargo, la ingesta excesiva de ácido araquidónico provoca y mantiene reacciones inflamatorias y alérgicas a largo plazo, principalmente a través de la enzima catalítica proinflamatoria COX-2, implicada en estados patológicos del sistema nervioso u óseo, artritis reumatoide, cáncer de colon, angiogénesis, e insuficiencia renal. No debemos demonizar los omega-6; solo debemos tener en cuenta que su origen y cantidad definen su peligrosidad.

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El ácido alfa-linolénico (ALA) es el otro PUFA esencial y se encuentra en los aceites de nuez, soja, canola y linaza, semillas de chía y, en pequeñas cantidades, en el pescado de agua fría (caballa, sardinas, anchoas, mero, salmón), que contienen más ácido eicosapentaenoico (EPA, por sus siglas en inglés) y ácido docosahexaenoico (DHA, por sus siglas en inglés) omega-3. El cuerpo, si está sano y cuenta con cofactores (vitaminas B6, B3 y C; zinc; magnesio y manganeso), sabe cómo transformar ALA en EPA y DHA, omega-3 con cadenas de carbono más largas y precursores de las PG3 antiinflamatorias. Sin embargo, esta bioconversión de ALA a menudo no es ni muy eficaz ni significativa. La edad, la dieta, la higiene, el estrés, la contaminación, las enfermedades, etc. cambian la capacidad del cuerpo para metabolizar adecuadamente los ácidos grasos omega, especialmente al afectar la enzima delta-6-desaturasa (figura 1). Cabe señalar que las grasas trans derivadas de los PUFA modificados (margarina, manteca, aceites hidrogenados, etc.) afectan severamente a esta enzima, cuya función es transformar primero los derivados de los ácidos grasos LA y ALA, y luego regular la cinética enzimática de sus respectivas vías metabólicas. La delta-6-desaturasa comienza a disminuir naturalmente alrededor de los 45 años, de ahí la necesidad de que las personas mayores complementen su nutrición directamente con EPA y DHA omega-3, así como con aceite de borraja o de onagra, que es rico en GLA. Además, la enzima delta-5-desaturasa prefiere la vía metabólica omega-3 en lugar de la conversión de ácido araquidónico en DGLA en el lado omega-6. Por lo tanto, dar prioridad a las fuentes de alimentos o suplementos de ALA, GLA y EPA y DHA omega-3 aumenta la producción de prostaglandinas tipo 1 (a partir de los ácidos grasos omega-6) y tipo 3 (a partir de los ácidos grasos omega-3), ambos particularmente beneficiosos (figura 1). Actúan contra la degeneración celular y la inflamación; modulan la acción de los macrófagos del sistema inmune contra alergias, asma, eccema y enfermedades autoinmunes; inhiben la agregación plaquetaria, previniendo así la trombosis, el infarto de miocardio o la embolia pulmonar; o relajan los músculos lisos, vasculares, uterinos y pulmonares.

Todo es cuestión de mantener el equilibrio

Se recomienda que la mitad de todas las grasas alimentarias provengan de grasas monoinsaturadas (omega-9 del aceite de oliva o producidas por el cuerpo a partir de grasas saturadas), una cuarta parte de las grasas poliinsaturadas (omega-6 y omega-3) y la última cuarta parte de grasas saturadas. De hecho, consumimos entre 10 y 30 veces más omega-6 que omega-3, Omega-Fatty-Acids-and-Pregnancysegún indican las fuentes, mientras que la proporción no debería ser mayor que 5 o 6 a 1. Este desequilibrio no proviene necesariamente de una dieta llena de vegetales ricos en omega-6, sino más bien del exceso de omega-6 de origen animal que compite con nuestro propio uso de omega-3 y altera la proporción fisiológica ideal de PG2 / PG1. La deficiencia de PG1, que es muy común, forma parte del cuadro clínico de diversas enfermedades (enfermedad cardiovascular, síndrome premenstrual, enfermedades de la piel, enfermedades inflamatorias, esclerosis múltiple, esquizofrenia, etc.) enumeradas en 1983 por Judy Graham, quien hizo famoso el aceite de onagra como un antiinflamatorio natural. Por tanto, es importante proporcionar al organismo un equilibrio adecuado de ácidos grasos; por ejemplo, el equilibrio cardiovascular requiere una proporción precisa de PG2 a PG3. Las PG2 basadas en omega-6 son vasoconstrictoras y promueven la agregación plaquetaria para detener la hemorragia, y las PG3 son vasodilatadoras y fluidificantes. La homeostasis, en este caso, no puede guardar ninguno de estos compuestos complementarios. Comprenderás que privilegiar un omega a expensas de otro también sería un error, porque necesitan las mismas enzimas; por tanto, un exceso de uno impide el uso óptimo del otro. Por lo tanto, para optimizar tu proporción omega-6 / omega-3 y, en consecuencia, mejorar el metabolismo de las prostaglandinas para combatir la inflamación y el estrés oxidativo, debes reducir la ingesta de ácidos grasos saturados y PUFA de origen animal (en particular, ácido araquidónico), y aumentar los omega-3 (ALA, EPA y DHA) y GLA omega-6. Por ejemplo, reducir la proporción omega-6 / omega-3 de 10: 1 a 4: 1 en pacientes con trastornos cardiovasculares ofrece una reducción del 70% en la tasa de mortalidad. En otro nivel, los hombres con una calidad de esperma deficiente tienen una proporción omega-6 / omega3 demasiado alta. Además, la motilidad, la concentración y la morfología normal de los espermatozoides dependen en gran medida del DHA.

Beneficios de los ácidos grasos omega-3 en el embarazo

La ciencia y la naturaleza no siempre son precisas y la eficiencia de los procesos fisiológicos del cuerpo nunca alcanza el 100%. Como hemos visto, alrededor del 25% del ALA se cataboliza como CO2 para producir energía y, por lo tanto, no estará disponible para producir EPA y DHA omega-3. Además, en las mujeres, solo el 20% del ALA se convierte en EPA y el 9% en DHA. Aunque estas cifras varían según la individualidad bioquímica de cada persona, muestran la importancia de complementar la nutrición con EPA y DHA omega-3. Para la fertilidad, el embarazo y la lactancia, los ácidos grasos omega-3 son excelentes nutrientes, al igual que los probióticos y la vitamina D3, que promueven el desarrollo vascular del endometrio y el flujo sanguíneo intrauterino; y reducen el riesgo de aborto espontáneo, parto prematuro y complicaciones en el parto. De hecho, el omega-3 disminuye la PG2 de la placenta a través de los derivados de EPA y ADH omega-3, incluidos, entre otros, los antiinflamatorios resolvina y protectina recientemente descubiertos (figura 2 y figura 3).

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para el desarrollo del cerebro del feto. En caso de infección o activación del sistema inmune en la madre, estas Th17 son activadas por la interleucina 6 (IL-6, una citoquina proinflamatoria) de los macrófagos y las células asesinas T. Luego, la Th17 genera IL-17 que viaja a través de la placenta hasta el cerebro del feto, donde aumentan la cantidad de receptores de IL-17, que se correlacionan con defectos de nacimiento, enfermedades autoinmunes y síntomas de autismo. Los omega-3, especialmente el EPA, también pueden aliviar la depresión posparto de forma natural.

Claramente, los ácidos grasos omega-3 son beneficiosos para la salud en general y especialmente para el embarazo. Sin embargo, esta afirmación puede conducir a una suplementación excesiva, lo que puede tener efectos indeseables en el feto y el desarrollo futuro del bebé. Una cantidad excesiva no es necesariamente lo mejor, y para evitar esta posible toxicidad alimentaria de los ácidos grasos saturados, tanto de omega-6 como de omega-3, se deben considerar y equilibrar bien la alimentación y la suplementación.

Conclusiones

Entonces, por gusto y salud, no dejes de comer tu pan con mantequilla (injustamente desacreditado); en lugar de eso, diversifica tus aceites sin refinar y cocina con ellos de manera inteligente (y ten cuidado, porque no todos toleran la cocción). Asegúrate de tener varias fuentes de grasa (pescado, aguacates, nueces…) y utiliza un suplemento si es necesario y de manera preventiva con omega-3 o GLA de alta calidad, en una dosis razonable. Sigue las recomendaciones de un médico o médico naturopático autorizado. Los consejos de salud de este artículo de ninguna manera sustituyen a una prescripción.