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Construyendo psiconeuroinmunidad como estrategia preventiva para COVID-19

Los medios de comunicación han destacado al COVID-19 como una amenaza única, que somete a las personas a ansiedad, pánico, estrés y la posibilidad de padecer histeria, independientemente de que el virus sea una amenaza real o percibida (1). En comparación con la población general, COVID-19 ha demostrado ser más fatal para las personas con enfermedades físicas subyacentes, enfermedades mentales graves y personas con vida asistida. Los pacientes institucionalizados en una unidad psiquiátrica cerrada en Corea experimentaron una tasa de mortalidad más alta (7%) que la población general coreana (1%). La unidad albergaba a 103 pacientes, de los cuales 102 dieron positivo al virus (1). COVID-19 no solo plantea serias preocupaciones fisiopatológicas sino también impedimentos psicosociales. El estrés psicológico agudo se asocia con un aumento de citocinas proinflamatorias, como la interleucina (IL) -1ß e IL-6, las mismas citocinas proinflamatorias liberadas por COVID-19 (2). Las terapias actuales de COVID-19 abordan el tratamiento sintomático, sin embargo, una estrategia crítica para reducir la tasa de infección y la mortalidad es la prevención (1). Los estudios demuestran que abordar el aspecto psicosocial de este virus y aumentar la psiconeuroinmunidad con ejercicio regular, nutrición equilibrada, sueño de calidad y una fuerte conexión social puede estimular el sistema inmunológico. El distanciamiento social y el uso de máscaras ayudarán a limitar la exposición a patógenos, sin embargo, es imperativo que se implementen una variedad de sistemas de apoyo psicológico para aumentar la resiliencia e inmunidad individual.1