Las hormonas femeninas - Por qué se desequilibran

Nos hacen sentir felices, nos ayudan a dormir, equilibran nuestros estados de ánimo en todas las direcciones y mantienen nuestro metabolismo acelerado. Tienen el potencial de causar estragos en nuestras vidas, pero simplemente no podemos vivir sin ellas. No, este artículo no trata sobre tu cónyuge: ¡es sobre tus hormonas!

Las hormonas son esencialmente moléculas de señalización. Se producen en un área del cuerpo y tienen una acción focalizada en un órgano que puede estar cerca o muy lejos dentro del cuerpo. Viajan a través del torrente sanguíneo para llegar a donde necesitan ir y, una vez allí, crean cambios fisiológicos significativos. Tenemos hormonas que regulan nuestros órganos reproductivos, nuestro metabolismo y temperatura corporal, nuestra salud ósea y mucho más. Por supuesto, somos más conscientes de algunas hormonas que de otras, pero esto solo sucede cuando se desequilibran.

Echemos un vistazo a las hormonas reproductivas femeninas. El estrógeno se produce en los ovarios y juega un papel integral en el ciclo menstrual, la salud ósea, el embarazo y la regulación de otras hormonas. La hormona luteinizante (LH) y la hormona foliculoestimulante (FSH) aumentan o disminuyen en ciertas partes del ciclo, dependiendo de la fase en que nos encontremos. La progesterona es otra pieza clave y se produce en los ovarios y en las glándulas suprarrenales en grado menor. Es muy importante para mantener el embarazo, indicar el inicio de la segunda mitad del ciclo menstrual y ayudar al cuerpo a producir cortisol cuando está bajo estrés prolongado. El cortisol es tu principal hormona del estrés y tiene efectos sobre el azúcar en la sangre, el metabolismo, el sueño, la presión arterial y mucho más.

Para resumir el ciclo hormonal femenino, el estrógeno se mantiene alto durante la primera mitad del ciclo de 28 días, conocido como fase folicular. La LH y la FSH se disparan a la mitad del día 14, lo que provoca la ovulación. La progesterona es importante en la segunda mitad del ciclo, la fase lútea, y es una parte clave de la preparación del cuerpo en caso de que se produzca la concepción. En un mundo ideal, cada mujer tendría un ciclo de 28 días con estos niveles de hormonas perfectamente sincronizados, y nunca experimentaría síntomas premenstruales. Eso significa que no habría hinchazón, sensibilidad mamaria, hinchazón en los tobillos, dolores de cabeza, antojos o cambios de humor. Lamentablemente, este no es el caso para muchas mujeres, y la incomodidad del síndrome premenstrual ha hecho que muchas mujeres se tomen días por enfermedad o recurran a ayudas farmacológicas.

Entonces, ¿qué hace que nuestras hormonas se desequilibren?

El estrés

El cortisol no es una hormona reproductiva pero, como puede usar las reservas de progesterona para cumplir con las exigencias de una situación estresante, puede crear un gran desequilibrio en tus hormonas reproductivas. Piensa en un sube y baja con estrógeno en un lado y progesterona en el otro, si comenzamos a tomar progesterona y la enviamos a otro lugar, parecerá que hay un exceso de estrógeno, a pesar de que los niveles de estrógeno no han cambiado. Los síntomas del estrógeno alto incluyen sensibilidad en los senos, emociones volátiles, infecciones por hongos, aumento de peso, dolor en las articulaciones, dolores de cabeza y fluctuaciones en el azúcar en la sangre.^[1] Los síntomas de la deficiencia de progesterona incluyen muchos de los síntomas del exceso de estrógeno, junto con el insomnio; la amenorrea; la pérdida de cabello; y sequedad en la piel, cabello y uñas. Si esto empieza a sonar familiar, la implementación de herramientas para controlar el estrés y apoyar las glándulas suprarrenales son las mejores maneras de promover el equilibrio de tus hormonas con el tiempo.

Los medicamentos

También conocidas como fuentes exógenas de hormonas, la píldora anticonceptiva y cualquier tipo de terapia de reemplazo hormonal son formas en que intencionalmente desequilibramos nuestras hormonas. Existen muchos tipos diferentes de anticonceptivos orales, pero la mayoría tiene alguna combinación de estradiol y progestina, las cuales se metabolizan en el hígado.^[2] Los subproductos del metabolismo de los estrógenos a menudo son difíciles de metabolizar para el hígado y pueden acumularse en el cuerpo, aumentando el nivel general de estrógeno. Volviendo a nuestra analogía del sube y baja, si ahora estamos aumentando los niveles de estrógeno, va a parecer que tenemos una deficiencia de progesterona, y terminaremos con una sintomatología similar a la de una persona con alto estrés y alto cortisol. Las cosas son un poco diferentes cuando consideramos la terapia de reemplazo hormonal en mujeres posmenopáusicas, porque la producción endógena de hormonas es significativamente menor. Sin embargo, como con la adición de cualquier hormona, asegurarnos de que nuestro hígado e intestino funcionen de manera óptima es esencial para garantizar un metabolismo eficiente y evitar la acumulación.

Las hormonas en los alimentos

Esta es una de esas cosas que todos sabemos, pero hay muy poca publicidad al respecto, y nos sentimos casi impotentes para evitarlo. Se agregan hormonas a la mayoría de las carnes, pescados, huevos y productos lácteos que encontramos en nuestros supermercados normales. Según la FDA, se han aprobado varios medicamentos con hormonas esteroides para el ganado bovino y ovino, incluidas las formas naturales y sintéticas de estrógeno, progesterona y testosterona.[3] Las hormonas se agregan para aumentar la tasa de crecimiento del animal y promover la conversión del alimento que consumen en carne. Los implantes a menudo se colocan debajo de la piel o en la parte posterior de la oreja del animal, y se somete al animal a pruebas constantes para asegurarse de que los niveles de la hormona sean seguros para el consumo humano. Ya sea que se utilicen hormonas naturales o sintéticas, se sabe muy poco acerca de los efectos de estas hormonas en los humanos, y especialmente en aquellos que consumen estos productos desde una edad temprana. En 2011, se publicó un artículo en el Huffington Post donde se trataba el tema de la menarquia temprana que se observa en las mujeres norteamericanas. Descubrieron que la edad promedio de la menarquia en el mundo occidental comenzó a disminuir a principios del siglo XX debido al mayor consumo de productos de origen animal, el aumento en el consumo de calorías en general y el incremento resultante en la obesidad infantil.^[4] La parte problemática de este descubrimiento es el aumento del riesgo de ciertos cánceres en estas mujeres jóvenes con exposición prolongada a estrógenos, y esto resalta la importancia de evitar los productos de origen animal alimentados con hormonas.

Malos hábitos de estilo de vida

No es ningún secreto que la obesidad está aumentando en Norteamérica, así como también todas las enfermedades crónicas asociadas. La prevalencia de la obesidad infantil es más alta que nunca, y aunque la importancia del ejercicio está creciendo en el sistema escolar, esto también debe hacerse cumplir en el hogar para tener éxito. Los niños y adultos que hacen ejercicio regularmente tienden a ser más felices; duermen mejor; y tienen un apetito más saludable, más energía, enfoque y concentración en general.^[5] Como el tejido graso almacena hormonas, si tenemos un desequilibrio hormonal y no hacemos ejercicio regularmente, no podremos movilizar las hormonas almacenadas. Por otro lado, el ejercicio excesivo también puede ser perjudicial para nuestra salud, y si nuestro porcentaje de grasa corporal disminuye demasiado, no hay ningún lugar para almacenar hormonas, y el ciclo menstrual puede desaparecer del todo. La moderación es la clave para la mayoría de las cosas, ¡y el ejercicio no es la excepción! Solo asegúrate de disfrutar de la rutina que hagas y de tomar los descansos y nutrientes necesarios para que tus músculos se recuperen.

Vías de eliminación saturadas

La capacidad de nuestros cuerpos para digerir alimentos, absorber nutrientes y excretar desechos es el mejor punto de partida para cualquier plan de tratamiento. Las grasas saludables en la dieta son responsables de la producción de nuestras hormonas, las vitaminas esenciales ayudan a las hormonas a llevar a cabo sus funciones, y el hígado es el principal responsable de descomponer las hormonas una vez que realizan su trabajo. Tenemos cuatro vías de eliminación principales: la piel, los pulmones, la vejiga y los intestinos. Ya hemos hablado de la importancia del ejercicio en la descomposición de las reservas de grasa y la liberación de productos de desecho a través de la piel en forma de sudor. En segundo lugar, nuestros pulmones realmente solo nos ayudan cuando estamos enfermos y expulsa la mucosa a través de la tos. Los riñones son un importante sistema de filtración para los compuestos hidrosolubles metabolizados por el hígado y transportados a través de la sangre. Tomar suficiente agua en el día asegura que nuestros riñones tengan algo que filtrar y apoya nuestra eliminación de líquidos. Debido a que las hormonas son compuestos solubles en grasa, se metabolizan en el hígado y se excretan a través de los intestinos. El estreñimiento aumenta nuestro desequilibrio hormonal y permite que el exceso de hormonas se reabsorba desde los intestinos hacia la sangre. ¡Cuida tu salud digestiva y mantén abiertas las vías de eliminación para gozar de una salud óptima!

El manejo del desequilibrio hormonal es algo muy individual, y dependerá de si se trata de un exceso o deficiencia y de dónde radica la causa raíz. Como regla general para todas las mujeres que tienen problemas hormonales, hay que hacer ejercicio regularmente, tomar suficiente agua y fortificar la dieta con grasas saludables y fibra para regular el funcionamiento de los intestinos. Duerme al menos ocho horas por noche y encuentra una forma de incorporar técnicas de meditación y control del estrés en tu día. Si cumples con todos estos requisitos y aún sientes que necesitas apoyo adicional, habla con un médico naturopático sobre la variedad de herramientas naturales y hierbas botánicas con poderosos efectos para regular el ciclo hormonal femenino.