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Ejercicios para la incontinencia urinaria - Enfoques naturopáticos

Español

Enfoques naturopáticos
by Dr. Sarah Zadek ND
www.sarahzadeknd.com





Exercises for Urinary Incontinence Introducción

La estructura del suelo pélvico crea un sistema de soporte para los órganos pélvicos. Estos músculos, compuestos por el complejo del diafragma pélvico y el músculo elevador del ano, forman un cabestrillo alrededor de la uretra, la vagina distal y el recto. Sin este soporte estructural, las mujeres corren el riesgo de desarrollar trastornos del suelo pélvico como el prolapso de los órganos pélvicos, el síndrome de vejiga hiperactiva, la incontinencia urinaria por esfuerzo y la incontinencia fecal. El daño o el debilitamiento de estos músculos pueden ocurrir por el parto, el envejecimiento, los saltos repetitivos, y la falta de uso previo o el no fortalecimiento de los músculos del suelo pélvico.

La fisioterapia del suelo pélvico, el yoga y los ejercicios como los “Kegels” pueden entrenar y fortalecer los músculos para reducir el prolapso y la incontinencia por esfuerzo que las mujeres experimentan después del parto y durante el envejecimiento.

En general, los trastornos del suelo pélvico son más comunes en mujeres adultas, y ocurren en aproximadamente el 24% de las mujeres en los EE. UU.[1] y casi un tercio de las mujeres mayores de 40 años experimentan alguna forma de incontinencia urinaria.[2] A menudo se prescriben medicamentos anticolinérgicos, pero debido a los efectos secundarios molestos rara vez se utilizan por largo tiempo, o incluso a veces ni siquiera se comienzan a tomar.

Además del envejecimiento, otros factores de riesgo incluyen la obesidad y el parto por vía vaginal, con un mayor riesgo en los partos múltiples.[1] La incontinencia urinaria es muy común inmediatamente después del parto, y es más probable que ocurra en mujeres que tuvieron un parto largo o una segunda etapa del parto más larga.[1] Además, el uso de intervenciones físicas durante el parto, como el fórceps, la ventosa y la episiotomía, también aumenta el riesgo.[1] Un estudio mostró que las mujeres que tuvieron partos asistidos por instrumentos tuvieron un riesgo ocho veces mayor de sufrir un prolapso de órganos pélvicos de cinco a diez años después del parto.[1]

Exercises for Urinary Incontinence La incontinencia urinaria

La incontinencia urinaria por esfuerzo se produce como resultado del movimiento o la presión física en la vejiga y conduce a la liberación involuntaria de orina. Es común en las mujeres e incluso puede impedir que las mujeres hagan ejercicio, por temor al goteo. Esto es especialmente común en mujeres corredoras, que sienten que no pueden correr o trotar después del parto sin orinarse. Un estudio informó que el 11% de las mujeres con incontinencia urinaria no hacen ejercicio debido a sus síntomas, mientras que un 11% adicional dijo que hace menos ejercicio de lo que normalmente haría debido a los síntomas.[3]

Al margen del ejercicio, las mujeres y especialmente las embarazadas, pueden experimentar incontinencia por esfuerzo al toser, estornudar o simplemente reírse. Todo esto, que puede causar un goteo severo de la vejiga, puede afectar muchísimo la vida cotidiana. Además de pasar vergüenzas en público, las mujeres también han informado que la incontinencia ha mermado su capacidad de concentración, la confianza en sí mismas, la realización de actividades físicas en el trabajo y la capacidad para hacer tareas sin interrupciones o sin distraerse.[3] ¿Te imaginas sentir terror o ansiedad al estornudar o toser por el riesgo de orinarte en público?

El riesgo de desarrollar incontinencia urinaria parece aumentar con la maternidad tardía. Un estudio británico encontró una asociación entre las mujeres que habían tenido su primer parto vaginal a los 30 años o más y la incidencia de incontinencia urinaria.[1] Además, pujar más de una hora durante la segunda etapa del parto se ha asociado con lesiones por denervación de la pelvis. Esto puede causar daños en los tejidos blandos y neuromusculares, a diferencia de las mujeres que tienen una segunda etapa pasiva del parto, donde el riesgo de este tipo de daño se reduce significativamente.[1]

No se recomienda hacer fisioterapia del suelo pélvico antes de dos o tres meses después del parto.[4] Se recomienda un mínimo de tres sesiones guiadas (pero a menudo es ideal hacer cinco), de forma individualizada con un fisioterapeuta o instructor de yoga, y que las mujeres continúen sus ejercicios en casa. Los tratamientos a menudo duran un período de 16 semanas, lo que se relaciona con el tiempo necesario para ganar masa muscular en estos grupos musculares.[5]

Exercises for Urinary Incontinence Yoga para la incontinencia urinaria

Una segunda opción de fisioterapia del suelo pélvico es el yoga, específicamente, en sesiones individuales guiadas. El yoga se usa a menudo como una práctica física y mental para mejorar varias áreas de la salud y el bienestar. En los casos de incontinencia, su utilidad se atribuye al hecho de que promueve la conciencia y el control sobre los grupos musculares individuales.

Al practicar posturas de yoga específicas, las mujeres pueden identificar y fortalecer los músculos del suelo pélvico, mientras reducen el estrés. Para aquellas que no pueden costear los servicios del fisioterapeuta del suelo pélvico, esta opción puede proporcionarles una alternativa prometedora para la rehabilitación del suelo pélvico.

Más allá de los aspectos físicos, el yoga también es una práctica que ayuda a aumentar la conciencia mental y física, mejorando la respiración y la atención plena. Estos factores pueden contribuir a la reducción de la ansiedad y el estrés, que pueden empeorar los síntomas de la incontinencia.

Se realizó un estudio piloto en San Francisco con mujeres de 40 años o más que habían sufrido de urgencia o incontinencia por esfuerzo durante al menos tres meses. Los sujetos fueron asignados al azar para recibir seis semanas de terapia de yoga, ya sea individual o como parte de una clase normal en un estudio de yoga local.[2]

Los programas alentaron el uso de accesorios como mantas, bloques de yoga y correas para aumentar la estabilidad y disminuir el riesgo de lesiones. El énfasis de esta práctica de Hatha fue en la conciencia plena y la alineación postural adecuada en cada postura de yoga.[2]

Después de seis semanas, la frecuencia de incontinencia en los sujetos que recibieron la terapia de yoga individual disminuyó en un 66% desde el inicio, en comparación con el 13% en el grupo que recibió pases para practicar yoga en una clase general en un estudio de yoga. La frecuencia de incontinencia por esfuerzo también disminuyó en el grupo de yoga individualizado en un promedio del 85%.[2]

Exercises for Urinary Incontinence Entrenamiento muscular del suelo pélvico en el embarazo y el posparto

El entrenamiento muscular para el suelo pélvico, comúnmente conocido como “Kegels”, está diseñado para aumentar la fuerza, la resistencia y la coordinación de estos músculos y, en última instancia, aumentar el soporte estructural para los órganos pélvicos.[5] Con enseñanza individualizada, las mujeres pueden aprender a contraer los músculos del suelo pélvico para desarrollar el tono muscular, de modo que los órganos pélvicos se mantengan en su lugar.[6] Además, la práctica consciente de esta técnica, antes y durante cualquier aumento de la presión intra-abdominal, puede reducir los síntomas como la incontinencia por esfuerzo o el prolapso por toser.[7]

La técnica fue presentada por primera vez por un ginecólogo llamado Arnold Kegel, que estaba tratando a mujeres por incontinencia urinaria posparto. Se han documentado tasas de éxito tan altas como el 84%, con una tasa de mejora de los síntomas tan alta como el 100%.[8]

Al comenzar estos ejercicios durante el embarazo, las mujeres pueden mejorar sus síntomas de incontinencia durante el resto de la gestación, pero también disminuir la frecuencia e intensidad de los síntomas de incontinencia al final del embarazo y después del parto.[8]

Un estudio en mujeres embarazadas a las 20–30 semanas de gestación encontró que un programa de ejercicios de “Kegel” de seis semanas produjo una reducción significativa de la frecuencia y el volumen de goteos de orina, en comparación con el grupo de control (que no hizo los ejercicios de “Kegel”). Múltiples estudios han demostrado efectos similares.[8]

Prolapso del órgano pélvico

La expresión “prolapso de los órganos pélvicos” describe el descenso de la pared vaginal anterior o posterior, el útero o la bóveda vaginal desde sus posiciones anatómicas normales.[7] Un prolapso leve a menudo produce síntomas de presión pélvica o pesadez, dolor pélvico y síntomas urinarios y / o intestinales.[6] Aunque la corrección quirúrgica se puede usar para el prolapso grave, no siempre se recomienda y no se usa en casos leves.

La modalidad de “esperar y observar” a menudo se recomienda y, por lo general, incluye proporcionar a las mujeres literatura e información sobre la importancia de mantener un peso saludable, evitar levantar objetos pesados o de forma inadecuada y tratar el estreñimiento. Es por esta razón que las mujeres necesitan otra opción. La opción de “esperar y observar” no suele ser lo suficientemente buena, ya que las mujeres tienen que lidiar con los goteos de orina además de sentir que van a parir a sus órganos pélvicos.

Fisioterapia del suelo pélvico en mujeres mayores

En mujeres mayores, también se ha demostrado que la práctica de ejercicios del suelo pélvico ayuda a mejorar los síntomas de la incontinencia urinaria. Un estudio en mujeres mayores de 55 años mostró mejoras significativas en los síntomas de angustia relacionados con el suelo pélvico gracias a la fisioterapia del suelo pélvico, en comparación con la opción de “esperar y observar”. Para los casos de prolapso leve, la opción de “esperar y observar” es una práctica típica, por lo tanto, tener otra opción de tratamiento para mujeres sintomáticas puede ser extremadamente beneficioso. Curiosamente, este estudio informó que las mujeres que recibieron tratamiento de fisioterapia parecían obtener más información sobre sus síntomas y condición, lo que conduce a una mayor apreciación subjetiva de la mejoría.[6]

También se ha demostrado que el entrenamiento muscular del suelo pélvico reduce los síntomas del prolapso, aunque la duración del beneficio no es concluyente. Un estudio mostró que el entrenamiento, que incluía cinco sesiones personalizadas con un fisioterapeuta, produjo una reducción significativamente mayor en los síntomas del prolapso a los 12 meses, así como a los seis meses y un año después del tratamiento.[5] Sin embargo, otro estudio mostró una mejoría en los síntomas hasta 12 meses después del entrenamiento, pero no a largo plazo, de seis a 12 años.[4] Esto podría deberse al envejecimiento, ya que el riesgo de sufrir de trastornos del suelo pélvico (y la pérdida muscular en general) aumenta con la edad, o debido a la falta de práctica continua y regular de ejercicios.

Aunque algunos factores de riesgo para los trastornos del suelo pélvico son inevitables, como el embarazo, el envejecimiento y el parto vaginal previo, los ejercicios que funcionan para el suelo pélvico pueden ofrecer una solución de tratamiento beneficiosa para la reducción de los síntomas urinarios y de prolapso. La opción de “esperar y observar” sola puede ser frustrante para muchas mujeres y puede causar distracciones e interrupciones innecesarias día a día. Las sesiones individualizadas y guiadas con un profesional capacitado, a diferencia de darle instrucciones por escrito, pueden ayudar a garantizar que haga los ejercicios correctamente; además, tener una sesión supervisada también brinda una manera de controlar adecuadamente el progreso.