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Cómo desestresarse con los sentidos - Enfoques naturopáticos

Español

Enfoques naturopáticos
por la Dra. Bianca Despotides, ND
www.desertclinics.com/profiles/bianca-despotides/




Destressing

“El estrés mata”. En algún momento, todos hemos escuchado esta frase muy común. Es bien sabido que las cosas estresantes drenan la vitalidad de los seres humanos. Los problemas económicos, personales y laborales son suficientes para preocupar a cualquiera. Y con esto ni siquiera tocamos el tema del estrés y el trauma que hemos estado acumulando y tolerando desde la infancia. Para poder realmente reducir el estrés físico / químico / emocional en nuestras vidas, debemos entender qué es lo hace el estrés a nuestros cuerpos y por qué.

Si bien los estímulos que causan estrés a menudo provienen del mundo exterior, son nuestros órganos y hormonas los que responden ante ellos. Nuestros sentidos de la vista, el olfato, el gusto, el oído y el tacto recogen información cada milisegundo en que vivimos. Estos datos entran en nuestro cerebro a través de diferentes formas cuantitativas y cualitativas. Los datos cuantitativos serían cualquier cosa que se pueda medir y registrar en términos de números. Este tipo de información puede verificarse con exactitud y nunca variará. Los datos cualitativos tienden a ser todo lo contrario. No pueden categorizarse de manera puramente logística, porque no podemos medirlos ni contarlos con números. No es algo que cada persona pueda reproducir exactamente. Esta es la razón por la que decimos que la información cualitativa no puede ser exacta, sino que es variable.

Millones de ejemplos evidencian la experiencia cualitativa y cuantitativa sensorial. Para mayor simplicidad, imaginémonos mirando un lago frente a nosotros. Podemos contar 47 sauces a lo largo de la orilla del lago. Tiene 1 km de largo, 0,5 km de ancho y la temperatura del agua es de 27 °C. Estas son todas las descripciones cuantitativas que medimos con nuestros sentidos. Sin embargo, notar que el reflejo verde esmeralda de los sauces en la superficie azul zafiro del agua te alegra el alma o que el agua tibia derrite tus músculos, como si fueran de mantequilla, son percepciones sensoriales cualitativas.[1] Ambos tipos de observación advierten a nuestro cuerpo sobre los posibles peligros o amenazas que percibimos en este mundo. Nuestro cerebro recibe esta información que, a continuación, puede causar la liberación de hormonas y neurotransmisores en nuestro cuerpo.

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Aprender sobre todas estas moléculas puede llevarnos años, por lo que hoy nos limitaremos a dos de las que puede haber oído hablar, el cortisol y la adrenalina. Ambas hormonas se producen en unas estructuras pequeñas en forma de pirámide, ubicadas sobre cada uno de los riñones, llamadas glándulas suprarrenales. Estas glándulas son vitales para nuestra supervivencia. Reciben órdenes del hipotálamo. El hipotálamo puede compararse con el centro de comando de nuestro cerebro, al dirigir el funcionamiento de muchos otros órganos. Entonces, el hipotálamo envía una advertencia bioquímica a nuestras glándulas suprarrenales cada vez que algo estresante ocurre dentro o fuera del cuerpo. A continuación, las glándulas suprarrenales liberan cortisol, conocido como “la hormona primaria del estrés”.[2] El cortisol empuja la glucosa (también conocida como azúcar en la sangre) hacia el torrente sanguíneo. La glucosa es la única fuente de energía que el cerebro puede usar. Es necesario pensar sobre la marcha y tomar decisiones rápidas. Otra acción fascinante del cortisol es que suprime cualquier función del cuerpo que no sea necesaria para la supervivencia inmediata. El sistema reproductivo, la digestión y el crecimiento pasan a segundo plano cuando el cortisol inunda nuestro cuerpo. Nuestro sistema inmune también cambia con la liberación de cortisol; esta es una de las principales razones por las que el estrés realmente puede matar.[2] La adrenalina es otra hormona liberada por las glándulas suprarrenales. Esta hormona aumenta tu presión arterial, tu ritmo cardíaco y tu provisión de energía para hacer frente a la amenaza estresante.[2] Nosotros, como humanos, percibimos los cambios derivados de esto como estar estresados. Como se dijo anteriormente, hay mucho más sobre el efecto de estrés en el cuerpo que no se ha descrito aquí por falta de tiempo y espacio.

Ahora que comprendemos mejor qué significa el estrés para el cuerpo, analicemos algunas formas de modular esa experiencia. Hay cientos de millones de formas diferentes de estar estresado. De hecho, ¡puede ser un poco estresante solo pensar en todos los tipos de estrés que experimentamos a diario! Ahora, sabemos que nuestros sentidos son los receptores de esas percepciones. Si nos centramos en cada sentido, podemos encontrar formas sencillas de evitar la activación del círculo vicioso que mencionamos anteriormente.

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Para empezar, tenemos el sentido de la vista. Las diferentes longitudes de onda permiten que nuestro cerebro perciba diferentes colores en el espectro de la luz visible. Cualquier persona que no sea ciega al color ha visto tonos que van desde el rojo, el naranja y el amarillo hasta el extremo opuesto del espectro, incluidos el verde, el azul, el añil y el violeta. El uso de estos colores para curar nuestro cuerpo, reduciendo así el estrés, se conoce como terapia de color. Las diferentes longitudes de onda, que son percibidas por nuestro cerebro como distintos colores, provocan diferentes respuestas en el cuerpo. El rojo (con una longitud de onda de 700–635 nanómetros [nm]) es muy estimulante; esto puede ayudar a aumentar nuestra energía optimizando el funcionamiento de nuestro sistema cardiovascular, músculos y sangre. Como la exposición prolongada a la luz roja puede aumentar la tendencia a la agresión, este es un caso donde una mayor cantidad no necesariamente es lo mejor. Debemos tratar de exponernos a una luz predominantemente roja, no más de cinco a diez minutos a la vez. El color naranja (635–590 nm) es famoso por aumentar nuestra sensación de calidez y relajación; a menudo se usa para ayudar a mover la linfa en nuestro cuerpo. Se sabe que el amarillo (590–560 nm) mejora el estado de ánimo y la digestión. Sin embargo, las personas que sufren de paranoia deben tener mucha cautela cuando se utiliza principalmente la luz amarilla. Al igual que la frecuencia del color rojo, solo debemos exponernos a la luz amarilla por un período de cinco a diez minutos. El verde (560–520 nm) ayuda a promover la curación en todos los sistemas de nuestro cuerpo y es el color menos irritante. Es por eso que a menudo se usa durante largos períodos de tiempo y como parte de la hidroterapia. El cian (azul claro) (520–490 nanómetros) es muy antiinflamatorio y calmante, lo que disminuye considerablemente la respuesta al estrés. El azul (incluido el índigo / azul oscuro; 490–450 nm) nos ayuda a lidiar con asuntos de integridad, realización e intuición. Finalmente, el violeta (450–400 nm) nos ayuda en tiempos de evolución y con la sabiduría / inspiración.[3][4] Para liberarte del estrés a través del espectro visual cuantitativo, intenta encontrar el amor y la belleza en todo. Haz una lista de cosas que amas o encuentra la belleza en tu realidad física / mental / emocional / espiritual: sin restricciones, sin críticas, sin vergüenza. Permítete rechazar la idea de enfocarte solo en lo que está mal. ¡Celebra lo que va bien! Literalmente abre tus ojos a las bendiciones que tienes frente a ti.

Luego tenemos el sentido del olfato, que es un aliado poderoso para aliviar el estrés. Los seres humanos tenemos una relación íntima con el olfato. Un olor se une a receptores en nuestras fosas nasales, que eventualmente llegan a nuestro cerebro a través del primer nervio craneal. “En los últimos años, varios estudios han revelado que la estimulación olfativa a través de la inhalación de fragancia ejerce diversos efectos psicofisiológicos en los seres humanos”.[5] Particularmente vinculados con nuestros recuerdos, los olores positivos y reconfortantes que son especiales en tu historia deben aplicarse con atención en tu vida. Por ejemplo, el hogar de mi infancia tenía en el muro trasero una hilera completa de rosas que mi madre cultivó con amor, lealtad y fortaleza. No es una tarea fácil cultivar rosas en el desierto de Arizona donde crecí... al igual que no fue fácil criar a su primera hija nacida en suelo estadounidense que luego se convertiría en una médica naturopática. Entonces, aunque siempre he adorado el aroma de una rosa, ahora tiene un significado más profundo para mí. Cuando uso una vela, una loción, un perfume, un aceite para masajes, un aceite esencial o cualquier otra cosa con aroma a rosas, me tranquilizo. Casi inmediatamente me siento más fuerte, reconfortada y amada. Piensa en todas tus experiencias y trata de encontrar aromas que tengan significado; luego comienza a incorporarlos en tu rutina diaria. Si buscas nuevas fragancias científicamente probadas para combatir el estrés, prueba el romero, el geranio, la naranja, el ciprés, la bergamota, el enebro, la menta verde, la rosa, la lavanda o el jazmín.[5]

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Pasamos ahora al gusto. Lamentablemente, el estrés ha afectado el gusto / apetito de todos. Ya sea que comamos más o menos de lo debido como resultado, comer con base en las emociones es algo que todos hemos hecho al menos una vez. En este sentido, establecimos la regla 80 / 20: significa que el 80% del tiempo, nos apegamos a la mejor alimentación para nuestros cuerpos y que tenga al mismo tiempo un sabor fantástico. El otro 20% del tiempo, planeamos nuestra indulgencia. Permíteme ser clara: no es hacer trampa, no estamos haciendo nada que nos avergüence; hemos planeado nuestra indulgencia para conocer nuestros límites. En próximos artículos hablaré más a profundidad sobre estos temas.

En cuarto lugar, tenemos nuestro sentido del oído. Una vez más, esta forma de experiencia sensorial cuantitativa es un tratamiento universal para el estrés. Irónicamente, estamos tan ocupados / abrumados que muchas veces olvidamos inconscientemente llevar esta forma de sanación a nuestros corazones y hogares. Animo a todos mis pacientes a desarrollar siempre su “sonido personal”. Analiza la frecuencia con la que escuchas, por qué escuchas, qué, dónde y cómo, porque generalmente te enseña quién eres en el proceso. La música es vibración y ha servido de tranquilizante para los seres humanos desde los inicios de la humanidad. En los últimos años, la ciencia ha recopilado más datos sobre sus propiedades cuantitativas para aliviar el estrés. Conocidos como frecuencias de solfeo, se ha comprobado que estos tonos ayudan a nuestro espectro mente-cuerpo a superar el estrés emocional y químico. Los científicos encontraron que 396 Hertz (Hz) libera de la culpa o miedo, 417 Hz desenreda situaciones y facilita el cambio, 528 Hz sirve para la transformación y reparar el ADN, 639 Hz para las relaciones y conexiones, 741 Hz para las soluciones y expresiones, y 852 Hz para volver al orden espiritual.[6]

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Por último, nuestro sentido del tacto puede ser nuestra herramienta más poderosa para combatir el estrés. Incluso si ignoramos los siglos de investigación sobre cuán sanadora es la sensación física, no podemos ignorar cuánto mejor nos sentimos después de un abrazo de alguien a quien amamos y en quien confiamos. Casi todos en este planeta al menos una vez se han sentido mejor por recibir afecto físico. No necesariamente tienen que ser “sensibles” para beneficiarse. Tenemos pruebas de que el masaje es un arte curativo para eliminar el estrés desde épocas tan antiguas como el año 2700 aC en China, 2500 aC en Egipto y 1500 aC en la India.[7] Con demasiada frecuencia, el mundo olvida que los deportes, los juegos, los pasatiempos y las artes son todas cosas que implican tocar y moverse. Aliviar el estrés a través de tus formas de movimiento óptimas o favoritas es lo mejor que puedes hacer por tu cuerpo, mente y espíritu. Baila, juega con tus hijos, ve a pescar, juega a la pelota, sal de excursión, haz manualidades, crea... ¡haz lo que desees de una manera consciente para expulsar cualquier negatividad que te puede estar deprimiendo!