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El síndrome de ovario poliquístico y la enfermedad del hígado graso no alcohólico - Exploramos la relación

Español

Exploramos la relación
Dra. Sarah Zadek ND
Upper Beach Health and Wellness
1937 Gerrard St E
Toronto, ON, M4L2C2





Polycystic Ovary Syndrome and Non-Alcoholic Fatty Liver Disease

A menudo pensamos que el síndrome de ovario poliquístico (SOP) es un trastorno hormonal, pero también es (y quizás incluso en mayor medida) metabólico. Las mujeres con SOP a menudo tienen síntomas de descontrol hormonal de múltiples tipos, incluida la disfunción reproductiva, presentando a menudo ciclos menstruales largos y ovulación irregular. Además, a menudo hay una disfunción a largo plazo del metabolismo de los lípidos (grasa), el equilibrio de la insulina y la glucosa, y esto puede provocar en última instancia la enfermedad del hígado graso no alcohólico (EHNA). Otros síntomas comunes del SOP incluyen el acné en adultos (a menudo lo llamo “acné de la barba”, ya que es el área de la cara y el cuello donde generalmente aparece), crecimiento anormal del vello facial y dificultades para perder peso, específicamente la grasa corporal. Esto suele ocurrir cuando los niveles de hormonas androgénicas, como la testosterona, se vuelven demasiado altos y los ovarios dejan de funcionar como deberían.

¿Qué es la EHNA?

La dieta y la disfunción metabólica pueden influir en el desarrollo de depósitos de grasa adentro y alrededor del hígado. En pequeñas cantidades podemos llamar a esto esteatosis hepática, o “hígado graso”. Cuando estos depósitos grasos se hacen más grandes y se extienden en una mayor cantidad de tejido hepático hasta el punto en que pueden comenzar a crear cambios en el tejido hepático, se le llama enfermedad del hígado graso no alcohólico (EHNA), específicamente, en aquellos que rara vez consumen alcohol. Por lo tanto, lo describimos como un daño hepático “no causado por el alcohol”. A largo plazo, este daño puede dar lugar a la cicatrización o fibrosis del hígado e incluso puede conducir a la muerte del tejido hepático y al cáncer de hígado.

Aparte de los resultados anormales en los análisis de sangre y de los estudios por imágenes, aquellos con EHNA no suelen presentar signos o síntomas importantes. Algunas personas con un hígado graso reportan algunas molestias en la parte superior derecha del abdomen o aumento de la sensación de fatiga, pero estos síntomas pueden ser bastante inespecíficos. [1]

¿Cuál es la conexión entre el SOP y la EHNA?

El riesgo de EHNA aumenta cuando hay obesidad, resistencia a la insulina y diabetes. Los hombres generalmente tienen un mayor riesgo, pero las mujeres con SOP tienden a tener problemas con la sensibilidad a la insulina, el descontrol del azúcar en la sangre, los niveles altos de hormonas androgénicas y el alto porcentaje de grasa corporal (no en todos los casos), por lo que las mujeres en esta categoría se encuentran en particular desventaja cuando se trata de la salud del hígado.

Aunque a menudo asociamos la EHNA con la obesidad, esto no siempre ocurre en mujeres que tienen SOP. La EHNA sin obesidad es en realidad más prevalente en las mujeres con SOP que en las que no lo tienen. [2] Por lo tanto, el riesgo de EHNA está más relacionado con los altos niveles de andrógenos en las mujeres delgadas que tienen SOP.

Polycystic Ovary Syndrome and Non-Alcoholic Fatty Liver Disease

¿Por qué sucede esto? Los ovarios contienen una cantidad abundante de receptores de insulina. Sin embargo, cuando los niveles de insulina son constantemente altos, los receptores se vuelven menos sensibles a la presencia de insulina, y esto puede conducir a la resistencia a la insulina: estas células son resistentes a la presencia de insulina. Es como el viejo cuento del pastor y el lobo. El cuerpo ha gritado “¡insulina!” demasiadas veces, por lo que la señal para producir esos receptores no va a ser tan fuerte. Los receptores de insulina dejan de responder como deberían.

Dos cosas pueden ocurrir cuando este es el caso: primero, es más probable que los niveles de azúcar en la sangre se mantengan elevados porque la insulina no es tan efectiva para llevar la glucosa a las células; y en segundo lugar, se envía una señal para aumentar la cantidad de hormonas andrógenas que se liberan.

El hecho de tener demasiada insulina sin que funcionen los receptores para unirse a ella puede causar una disminución en los niveles de una proteína llamada globulina fijadora de hormonas sexuales (SHBG, por sus siglas en inglés). Estas proteínas globulinas se agrupan para atar el exceso de hormonas sexuales como la testosterona. Así que ahora hemos creado la tormenta perfecta que conduce a niveles excesivos de testosterona, que es la causa del característico “acné de la barba” del SOP (acné alrededor de la mandíbula, la barbilla y la parte superior del cuello), y un crecimiento anormal del vello facial o “bigotes” en mujeres con SOP.

Además, esta cantidad elevada de andrógenos puede desactivar los genes responsables de la codificación de receptores de colesterol específicos que pueden conducir a la esteatosis hepática. Estos niveles más altos de andrógenos son un factor de riesgo independiente para el desarrollo de EHNA, especialmente en mujeres delgadas. [2] Los andrógenos también pueden aumentar el riesgo de muerte de células hepáticas, contribuyendo aún más a la esteatosis hepática. A largo plazo, los riesgos de enfermedades hepáticas y cáncer aumentan. [3]

Manejo y tratamiento Polycystic Ovary Syndrome and Non-Alcoholic Fatty Liver Disease

En primer lugar, debemos abordar la causa raíz del trastorno: la resistencia a la insulina. Los cambios en la dieta y el estilo de vida son cruciales tanto en el SOP como en la EHNA. La incorporación de actividad física es una parte fundamental del plan, ya que el ejercicio puede regular de manera independiente un transportador de glucosa llamado “GLUT4”. Esto, por sí solo, puede ayudar a mejorar la acción de la insulina y el uso de la glucosa. Esto no significa que todas las mujeres con SOP o resistencia a la insulina deben comenzar a correr maratones o levantar pesas; todos los planes de ejercicio pueden y deben modificarse según la tolerancia actual al ejercicio de la mujer. La idea es mover y utilizar el músculo. Muchas mujeres encuentran beneficios al aumentar su fuerza, por lo general a través del entrenamiento de resistencia o el entrenamiento con pesas, pero comienzan con pesos más bajos para evitar lesiones.

Las intervenciones alimenticias deben incluir una reducción o eliminación de azúcares añadidos. Las frutas todavía se pueden consumir, pero a menudo recomendamos las frutas con bajo índice glucémico y baja carga glucémica, como las bayas (arándanos, fresas, frambuesas). No existe una dieta única que funcione para todas las personas con resistencia a la insulina, pero el objetivo más frecuente es utilizar la dieta mediterránea como modelo o punto de partida, con más pescado, carnes magras, verduras, aceite de oliva y menos carbohidratos a base de granos (o al menos porciones mucho más pequeñas). Un estudio pequeño demostró que seguir la dieta mediterránea podía reducir la esteatosis hepática más que una dieta baja en grasa, independientemente de la cantidad total de peso perdido. [3]

Una forma útil de elegir los carbohidratos adecuados en esta forma de dieta es comer aquellos que tardan más tiempo en ser digeridos. Los panes, galletas saladas y otros productos de granos simples pueden descomponerse y digerirse muy rápidamente, pero los alimentos como las legumbres (lentejas, garbanzos, frijoles), batatas y otros carbohidratos de origen vegetal también son agradables y ricos en fibra, lo que ayuda a ralentizar el proceso de descomposición, permitiendo un envío más lento de carbohidratos (y por lo tanto de azúcares) al torrente sanguíneo.

Otras medidas alimenticias útiles incluyen el ayuno intermitente, en el cual se consumen alimentos solo en un intervalo de 10 a 12 horas durante el día, lo que garantiza un período de ayuno de 12 a 14 horas durante el atardecer / noche.

En conjunto, los cambios en la alimentación y la actividad física pueden mejorar significativamente los niveles de azúcar en la sangre, la sensibilidad a la insulina, los niveles de andrógenos circulantes e incluso la fertilidad. [3]

Productos farmacéuticos y nutracéuticos

La metformina es probablemente el medicamento más recetado para el SOP ya que puede ayudar a controlar los niveles de azúcar en la sangre y, por lo tanto, la sensibilidad a la insulina. Un estudio mostró que el tratamiento con metformina en mujeres obesas con SOP y EHNA durante 8 y 12 meses mostró una reducción significativa en las enzimas hepáticas (un marcador de daño hepático). Los investigadores también notaron una reducción en la resistencia a la insulina y un segundo estudio confirmó un aumento en el colesterol HDL (el “bueno”) y la globulina SHBG. [1]

Aunque la metformina parece brindar muchos beneficios en estos casos, algunos pacientes no pueden tolerar este medicamento o han reportado efectos secundarios de trastornos digestivos, sensación de debilidad y dolor muscular. En estos casos, las alternativas que deben considerarse incluyen la N-acetil cisteína (NAC) y los ácidos grasos omega-3.

Un estudio comparó los efectos de la metformina versus la NAC en mujeres con SOP. Los resultados: las mujeres que tomaron 600 mg de NAC tres veces al día tuvieron mejores niveles de colesterol, niveles de azúcar en la sangre en ayunas y niveles de insulina en la sangre en ayunas en comparación con las mujeres que recibieron 500 mg de metformina tres veces al día. [4]

Polycystic Ovary Syndrome and Non-Alcoholic Fatty Liver Disease

Los estudios también han mostrado resultados beneficiosos con los ácidos grasos omega-3. Tomar 4 g al día de un aceite de pescado omega-3 durante ocho semanas dio como resultado la reducción de la grasa hepática en mujeres con SOP. [3] Este efecto se ha atribuido a la capacidad de los ácidos grasos omega-3 para modificar el metabolismo de las grasas en el hígado. [1]

Conclusiones

El SOP duplica el riesgo de esteatosis, que tiene una mayor influencia en las mujeres que sufren de resistencia a la insulina y altos niveles de andrógenos, independientemente del índice de masa corporal. [5] Incluso para las mujeres con SOP que no tienen los mismos problemas reproductivos que otras, todavía existe un alto riesgo de hígado graso y daño hepático posterior. [5] Esto realmente subraya cómo tener SOP puede influir en dos sistemas hormonales diferentes pero superpuestos: el metabólico y el reproductivo. También nos hace ver el aumento del riesgo de EHNA en mujeres que han sido diagnosticadas con SOP.

¿Qué significa esto para las mujeres con SOP? Una evaluación médica debe incluir la detección mediante pruebas de enzimas hepáticas en la sangre, así como por imágenes (generalmente a través de una ecografía, tomografía computarizada o resonancia magnética) para evaluar la presencia de esteatosis, y de manera particular se debe hacer en mujeres con resistencia a la insulina.