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La inmunidad y la vacunación

Español

 

 

 

Según Tolstoi, la paciencia y el tiempo son los guerreros más poderosos. Ciertamente parecen haber sido aliados importantes, en lo que respecta a la pandemia. Por fin ha llegado el momento de las vacunas. Sin embargo, también se nos ha dicho que no bajemos la guardia. Las vacunas no son la única salida segura, aún se necesita llevar un estilo de vida saludable para lograr una inmunidad colectiva eficaz y para protegernos a nosotros mismos y a nuestros seres queridos. Si bien parece lógico, ¿existe alguna ciencia que respalde qué personas se consideran vulnerables, incluso si están vacunadas? ¿A qué otra ciencia podemos recurrir en busca de protección, además de la vacuna?

 

 

 

Varios factores influyen en nuestra respuesta a las vacunas. Por supuesto, la respuesta varía dependiendo de la vacuna específica que se administre. En general, es más probable que cualquier factor asociado con una respuesta inmune más débil dé como resultado peores resultados luego de administrar las vacunas. Lo contrario también es en gran parte cierto. La literatura muestra que el uso de inmunoestimulantes como complementos de las vacunas tiende a mejorar los resultados.

De todos los factores, la edad parece tener el mayor impacto en las vacunas. Los recién nacidos tienen un sistema inmune inmaduro y dependen de los anticuerpos maternos. Los anticuerpos maternos preexistentes inhiben las respuestas de los anticuerpos del bebé luego de recibir las vacunas.1 Los recién nacidos y los bebés pequeños tienen menos probabilidades de desarrollar una respuesta inicial de anticuerpos apropiada, aunque también es más probable ver que esos anticuerpos disminuyan prematuramente.2 El efecto de la edad en el momento de la inoculación se ha examinado ampliamente en la vacuna contra el sarampión. Un metanálisis de 20 estudios mostró que la proporción de bebés que se seroconvierten (producen anticuerpos detectables contra la enfermedad) después de una dosis de vacunación contra el sarampión aumenta del 50% a los cuatro meses de edad al 85% a los ocho meses.3

También está muy definido que las personas mayores son más vulnerables a las infecciones, en parte debido a una respuesta inmune débil.4 Las personas mayores también tienden a producir una reacción más débil luego de vacunarse y es más probable que los niveles de anticuerpos disminuyan prematuramente después de la inoculación.5, 6, 7, 8, 9 La genética también juega un papel importante, con estudios que demuestran que diferentes grupos étnicos que viven en circunstancias similares tienen respuestas distintas a las vacunas y se observan disminuciones diferentes en los anticuerpos.10, 11, 12 Dado que estas variaciones son causadas por polimorfismos genéticos y diferencias en los componentes de la respuesta inmune, sus efectos son variables y difíciles de predecir.13

Las comorbilidades pueden tener un impacto significativo en nuestra respuesta inmune. Por ejemplo, si tienes una infección activa al recibir una vacuna, especialmente si tienes fiebre en el momento de la inoculación, es menos probable que tengas una respuesta inmune favorable.14, 15, 16 También se ha demostrado que los pacientes con enfermedades autoinmunes, como la enfermedad celíaca o la diabetes mellitus, producen anticuerpos después de un menor número de vacunaciones.17 Los pacientes que requieren de diálisis por insuficiencia renal crónica tienen respuestas menos favorables a las inmunizaciones debido a factores como uremia, desnutrición y un estado general de inmunosupresión.18

Se sabe que un estado nutricional deficiente afecta negativamente al sistema inmune.19 Varias anomalías en la función inmune se han relacionado con la desnutrición, incluyendo déficits en la IgA secretora, la producción de complemento, la función de barrera intestinal y el mantenimiento de la memoria de las células T.20 La desnutrición reduce la eficacia de la vacuna oral contra la polio y quizás otras.21

¿Qué puede ayudar?

El ejercicio ejerce un efecto positivo sobre el sistema inmune.22 Un estudio que analizó los efectos del ejercicio en la respuesta a las vacunas contra la influenza en adultos mayores de 62 años mostró que hacer ejercicio durante al menos 20 minutos tres veces por semana aumenta la respuesta de anticuerpos luego de vacunarse.23

Skin SurfaceLa microflora del tracto intestinal es un regulador importante del sistema inmune.24 Los estudios muestran que la microflora influye en nuestra reacción a las vacunas.25 Una revisión sistemática analizó 26 estudios, que incluyeron a 3812 participantes, que utilizaron 40 cepas de probióticos diferentes con 17 vacunas distintas. Los resultados mostraron que los probióticos fueron efectivos para mejorar los resultados posteriores a la vacunación en aproximadamente la mitad de los estudios. Los probióticos fueron particularmente efectivos cuando se combinaron con vacunas orales.26 Se observaron efectos positivos en las vacunas contra la difteria,27 hepatitis A 28 y B,29 poliomielitis,30 rotavirus e influenza 31, 32 .

La literatura también muestra que los suplementos estimulantes del sistema inmune mejoran los resultados después de recibir las vacunas. En estudios con animales, tomar un suplemento de equinácea antes y después de la vacunación aumenta significativamente la respuesta inmune y la producción de anticuerpos contra la influenza.33 Otro estudio mostró que simplemente agregar tomillo a la alimentación de los pollos mejora su respuesta inmune luego de recibir la vacuna contra la influenza.34 Los estudios en animales muestran hallazgos similares con el astrágalo, el cual mejora la respuesta a una vacuna contra el virus de la bronquitis infecciosa aviar.35 La lactoferrina es otro suplemento con efectos inmunoestimulantes demostrados. En estudios con animales, la combinación de lactoferrina con la inmunización contra la influenza aumentó la producción de anticuerpos.36 Los estudios en ratones alimentados con polisacáridos de hongos medicinales, jengibre y cáscara de mandarina durante 30 días después de recibir la vacuna contra la influenza tuvieron una mejor respuesta inmune y los ratones tenían menos probabilidades de desarrollar inflamación en los pulmones.37

Más importante aún, los estudios en humanos con pacientes ancianos en asilos muestran que recibir suplementos de zinc y selenio en dosis bajas aumentó significativamente la respuesta inmune luego de vacunarse, mejorando así la efectividad de las vacunas.38

Conclusión

Las lecciones son claras: las personas con una baja capacidad para generar una respuesta inmune tienen más probabilidades de tener una respuesta deficiente después de las inoculaciones. Desafortunadamente, esto también significa que aquellos que tienen más probabilidades de necesitar la protección de las vacunas son los que tienen menos probabilidades de obtenerla. Los estilos de vida más saludables, así como los inmunoestimulantes, tienen el potencial de ser poderosos ayudantes cuando se trata de mejorar los resultados después de recibir las vacunas.