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La salud oral, la disbiosis microbiana y su relación con la salud y la enfermedad sistémicas

Jacqueline Van…
BSc, Naturopathic Intern

12 June 2021
Español

Nuestro conocimiento sobre la relación entre el microbioma humano, el sistema inmune y la enfermedad continúa evolucionando. La microbiota intestinal influye en la salud de nuestros cuerpos y trabaja tanto para aumentar el funcionamiento del sistema inmune como para evitar la colonización por parte de patógenos. La comunicación entre el sistema nervioso central y el entérico, o la falta de la misma, es un factor importante para la salud en general. Un equilibrio homeostático saludable (eubiosis) es necesario para la conversión de nutrientes, la formación de vitaminas, la tolerancia inmunológica y la salud hepática y neurológica. Las dietas ricas en grasas no saludables, harinas refinadas y azúcares crean un entorno óptimo para los patógenos; en este entorno pueden resistir el estrés oxidativo y superar a las otras bacterias, por lo que cambian la composición de la microbiota y producen un desequilibrio patogénico llamado disbiosis. La disbiosis precede a varias afecciones sistémicas y crónicas como el cáncer colorrectal, la diabetes, los trastornos de salud mental y las enfermedades autoinmunes (como el lupus eritematoso sistémico y la artritis reumatoide). Ciertos factores bacterianos causan daño al ADN en las células epiteliales del tracto gastrointestinal, disfunción del sistema inmune, señalización proinflamatoria y mimetismo molecular. La disbiosis puede comenzar en la boca
Mouth Health(en forma de periodontitis o infecciones endodónticas) y juega un papel importante en el desplazamiento de los patógenos. Las citoquinas producidas por bacterias orales pueden desplazarse al tracto respiratorio inferior, causando neumonía, o a otros sitios distantes donde forman placas ateroscleróticas y biopelículas complejas, que son comunidades microbianas asociadas a la superficie que pueden provocar síntomas debilitantes durante las infecciones crónicas. Los factores que contribuyen a la migración de patógenos incluyen la disponibilidad de nutrientes, el estado del sistema inmune del huésped, el contenido de oxígeno y la temperatura. La microbiota intestinal sana produce ácidos grasos de cadena corta (AGCC) como acetato y butirato, así como otras fuentes de energía que son óptimas para el mantenimiento celular y la actividad inmune. También compiten directamente con una microbiota intestinal deficiente por nichos nutricionales y físicos, evitando así la colonización por parte de patógenos. Los tratamientos actuales para la disbiosis incluyen los trasplantes de microbiota fecal, los probióticos, los prebióticos y los simbióticos.