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El acné y tu microbioma - Perspectivas naturopáticas

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El acné y tu microbioma - Perspectivas naturopáticas
by Christine Novokowsky, ND
www.drchristinend.com





Acne and Your Microbiome Introduction

El acné vulgar es una de las afecciones cutáneas crónicas más comunes. Se estima que del 80 al 90% de la población tendrá algún grado de acné.[1] Aunque es una condición relativamente benigna, puede afectar muy seriamente la salud mental de una persona. Se observan tasas más altas de ansiedad y depresión en las personas con acné, independientemente de la gravedad.[2] Incluso una vez que las lesiones de acné han desaparecido, las cicatrices y los cambios en la pigmentación que posiblemente queden pueden afectar la autoestima y el bienestar psicológico por mucho tiempo. Tan solo por estas razones, encontrar soluciones efectivas para el acné es vital.

Desde hace mucho tiempo se sugiere que la salud digestiva puede desempeñar un papel en el desarrollo del acné.[2] Hace décadas, los estudios comenzaron a enfocarse en cómo podría estar involucrado el microbioma, y ahora estamos descubriendo más cosas. Con una mejor comprensión de esta conexión, llega la esperanza de obtener tratamientos más efectivos.

Entender la causa del acné

Las lesiones de acné surgen en las “unidades pilosebáceas” de nuestra piel, que son folículos pilosos con una glándula sebácea adyacente. Las glándulas sebáceas producen sebo, una grasa, para proteger la piel. Las unidades pilosebáceas se encuentran con más densidad en nuestra cara, pecho y parte superior de la espalda, por lo que estos son los lugares más comunes en los que aparece el acné.[3]

El proceso que lleva a la formación de “espinillas” comienza con un aumento del crecimiento, conocido como hiperplasia, de las glándulas sebáceas en estos folículos pilosos. Esto significa que hay un aumento en la producción de grasa, que puede atrapar la suciedad y otras partículas en el folículo, así como permitir que ciertas bacterias proliferen; esto activará nuestro sistema inmunológico. Las células inmunitarias activadas crearán inflamación para eliminar las bacterias o partículas que quedan atrapadas, lo que conduce al enrojecimiento y el dolor asociados con el acné.[3]

Acne and Your Microbiome

El crecimiento de las glándulas sebáceas puede desencadenarse por una variedad de hormonas. Las siguientes son algunas de las más conocidas, que pueden actuar sobre estas glándulas, lo que hace que produzcan más grasa:

  • los andrógenos, que son un grupo de hormonas sexuales (incluida la testosterona);
  • la insulina y el factor de crecimiento semejante a la insulina (IGF-1, por sus sigla en inglés), que se liberan cuando hay niveles altos de azúcar en la sangre; y
  • la hormona liberadora de corticotropina (CRH, por sus siglas en inglés), que nuestro cerebro libera cuando estamos bajo estrés.

Otro factor importante a tener en cuenta es la hidratación de la piel. Cuando nos deshidratamos o usamos productos de limpieza agresivos que eliminan los aceites naturales de la piel, nuestras glándulas sebáceas aumentan su producción de grasa.[4]

Acne and Your Microbiome Tratamientos convencionales

Los tratamientos convencionales son útiles en muchos casos, e incluyen antibióticos orales y tópicos, isoretinoina (el medicamento “Accutane”) y otros retinoides, y otros antimicrobianos tópicos como el peróxido de benzoilo.[3] Los antibióticos, considerados un tratamiento de primera línea durante mucho tiempo, se están volviendo menos efectivos con la aparición de la resistencia a los antibióticos. Los antibióticos orales también pueden alterar nuestro microbioma intestinal normal, y ahora entendemos que este tiene un papel en el desarrollo del acné.[2] Todas estas opciones convencionales pueden venir acompañadas de otros efectos secundarios y posibles implicaciones a largo plazo, y no abordan todas las causas en juego.[5] Esta es la razón por la cual es posible que no sean suficientes para curar el acné por completo y no son aceptables para la mayoría como soluciones efectivas a largo plazo.

El papel de tu microbioma

Tu microbiota está compuesta por billones de bacterias, hongos, levaduras y otros microorganismos que viven en nuestra piel y en todo nuestro tracto digestivo. Normalmente, proporcionamos a estos microbios un lugar nutritivo para vivir, y a cambio nos benefician produciendo nutrientes y compuestos importantes para mantener sanos nuestros tractos digestivos, metabolizar las hormonas, ayudarnos a digerir los alimentos y más.[6] El equilibrio correcto de bacterias en tu piel es importante para garantizar que las bacterias patógenas (dañinas) y que causan el acné no puedan crecer excesivamente. El nivel de acidez de tu piel es importante para mantener este equilibrio saludable y puede alterarse fácilmente a través de lo que ponemos en nuestra piel.[6] La diversidad y el equilibrio normales de nuestras bacterias intestinales pueden verse alterados por cosas como los antibióticos, la mala alimentación, el estrés y las toxinas ambientales. y más.[7] Ahora se sabe que los cambios en la microbiota, tanto en la piel como en el intestino, están vinculados a muchas enfermedades comunes.[4]

Un desequilibrio en el microbioma de la piel puede activar las células inmunitarias, creando inflamación a medida que intentan eliminar las bacterias que no deberían estar allí.[6] Por lo tanto, como la inflamación es un componente de la aparición del acné, este desequilibrio puede desencadenar o empeorar el acné.

Acne and Your Microbiome

Se han observado cambios en la microbiota intestinal en las personas con acné.[8] Un estudio demostró que hay una disminución de la diversidad en la microbiota de las personas con acné, en comparación con las que no lo tienen.[1] Una disminución en la diversidad se ha relacionado con otras afecciones inflamatorias de la piel, como la psoriasis.[7] Este tipo de alteración en el microbioma refleja los cambios que normalmente observamos en aquellos que consumen una dieta “al estilo occidental”, una alimentación más alta en azúcares y grasas saturadas, y baja en fibra.[1] Por lo tanto, tener una mala alimentación puede empeorar el acné, debido al efecto negativo que tiene sobre la diversidad de nuestro microbioma.[8]

Factores estresantes psicológicos, como el estrés y la ansiedad, también pueden influir en el microbioma de una manera que puede propiciar el acné o agravarlo.[2] Además de hacerlo con la hormona liberadora de corticotropina (que puede activar las glándulas sebáceas) que se produce bajo estrés, el cerebro también envía señales y se comunica con nuestro intestino a través del nervio vago. Se cree que las señales del cerebro hacen que la microbiota aumente la producción de ciertos neurotransmisores (mensajeros químicos) para ayudar a responder al estrés. Estos neurotransmisores hacen que las células cercanas produzcan compuestos que alteran la permeabilidad intestinal. Cuando aumenta la permeabilidad intestinal, más sustancias de nuestro intestino terminan directamente en nuestro torrente sanguíneo (a donde normalmente no podrían llegar). Esto a menudo activa las células inmunitarias, lo que aumenta aún más la inflamación sistémica.[2]

Otro punto a considerar es que con frecuencia se han encontrado niveles bajos de ácido estomacal en las personas con acné.[2] Normalmente, el ácido estomacal inhibe el crecimiento de ciertas bacterias en nuestro estómago y nuestro intestino delgado. Al haber menos ácido, las bacterias pueden subir al tracto digestivo desde el colon. Esto crea un crecimiento excesivo de bacterias en el intestino delgado.[2] Este crecimiento excesivo puede afectar la correcta digestión y absorción de los nutrientes, muchos de los cuales (como el zinc y los ácidos grasos omega-3) son importantes para la salud de la piel. El crecimiento excesivo de bacterias también puede llevar a la producción de metabolitos más “tóxicos” que pueden aumentar la permeabilidad intestinal, de nuevo aumentando la inflamación en el cuerpo.[2]

Los probióticos en el tratamiento del acné

Con base en estas conexiones entre el microbioma y el desarrollo del acné, algunos estudios han analizado el uso de probióticos como una estrategia de tratamiento. Los probióticos son cepas bacterianas vivas, que generalmente se toman oralmente en forma de cápsulas con la esperanza de que lleguen al intestino para reequilibrarlo con una microbiota saludable y beneficiosa.[5]

Un estudio utilizó probióticos de Lactobaccillus e informó que hubo una mejora en el 80% de los participantes. Lamentablemente, el estudio no incluyó un grupo de control para hacer la comparación.[2] Otro estudio suministró a los pacientes Lactobacillus acidophilus y Bifidobacterium bifidum en combinación con los tratamientos convencionales con antibióticos, y encontró una mayor mejoría clínica y tolerancia al tratamiento con antibióticos en este grupo en comparación con los que tomaron antibióticos solos.[2] Un estudio más reciente utilizó una bebida láctea fermentada con Lactobacillus, que disminuyó la gravedad del acné durante un período de doce semanas.[9] Los probióticos tópicos también se están investigando para ver si son útiles para restaurar el microbioma normal de la piel y también son prometedores.[5]

La importancia de la dieta

Aunque tenemos estudios limitados sobre cómo la mejora de la salud intestinal puede ayudar a tratar el acné, sabemos que la dieta es increíblemente importante para apoyar un microbioma saludable. Por eso, comer de una manera que apoye un microbioma sano y diverso también ayudará a tratar la inflamación y el desequilibrio hormonal, dos de los desencadenantes del desarrollo del acné más conocidos. Las siguientes son algunas pautas básicas que pueden ayudar a optimizar la salud digestiva y el microbioma, con el fin de mejorar la salud de la piel:

  1. Mantén una dieta de bajo índice glucémico. Reduce tu consumo de carbohidratos simples como el pan blanco, las pastas y el azúcar, ya que todos estos alimentan nuestros microbios intestinales no tan amigables, lo que lleva a un desequilibrio con el tiempo. El consumo de estos alimentos también causa un aumento rápido del azúcar en la sangre, lo que desencadena la liberación de insulina. La insulina puede actuar sobre los ovarios y la grasa de nuestro cuerpo, lo que hace que produzcan y liberen más andrógenos. Recuerda que tanto la insulina como los andrógenos pueden estimular las glándulas sebáceas.
  2. Aumenta tu consumo de fibra. La fibra es importante para alimentar tus microbios intestinales beneficiosos. Hay ciertas fibras que no podemos descomponer pero que a nuestras bacterias intestinales les encanta y las descomponen para liberar compuestos antiinflamatorios. La fibra adecuada es esencial para evacuar el intestino de forma regular, algo necesario para mantener un microbioma equilibrado, así como para eliminar las hormonas usadas y las toxinas del cuerpo. La fibra también ayuda a regular el azúcar en la sangre, ya que disminuye la velocidad a la que absorbemos los azúcares de nuestro tracto digestivo.
  3. Acne and Your Microbiome
  4. Come una amplia cantidad de frutas y verduras. Esto no solo proporciona mucha fibra, sino que comer una amplia gama de alimentos vegetales también ayuda a fomentar una población diversa de microbios intestinales. Las frutas y verduras coloridas también son una gran fuente de antioxidantes, nutrientes y compuestos antiinflamatorios que son importantes para una piel lisa y saludable.
  5. Come más alimentos probióticos y prebióticos.Los probióticos son fuentes de bacterias vivas y beneficiosas, y los prebióticos son un tipo de fibra que alimenta nuestras bacterias beneficiosas. Los productos lácteos como el yogur a menudo se consideran buenas fuentes de probióticos, pero como los productos lácteos se han relacionado con el agravamiento del acné,[10] es mejor consumir cosas como el kimchi, la col fermentada, el kéfir de coco y la kombucha. Buenas fuentes de prebióticos incluyen cebollas, puerros, ajo, alcachofas de Jerusalén, achicoria y hojas de diente de león.

Otra cosa a considerar cuando se come pensando en la salud de la piel es asegurarse de tener una ingesta adecuada de grasa. Las grasas son necesarias para la producción de hormonas, al igual que la fibra pueden retardar la absorción de azúcar en la sangre (para controlar los niveles de insulina) y son un componente necesario de las células sanas de la piel. Incluir una gran cantidad de ácidos grasos omega-3 en tu dieta (que se encuentra principalmente en pescados, mariscos y algas) también es una excelente forma de combatir la inflamación.[11] Otras fuentes saludables de grasa incluyen el aceite de oliva crudo, los aguacates, las nueces y las semillas.

Tratamiento integral

Se cree que muchos factores están involucrados en el acné, por eso también es importante considerar el estrés, la salud del sistema inmune, la salud del hígado, los productos para el cuidado de la piel y otros problemas hormonales como parte de un tratamiento integral. Con respecto al acné en la adolescencia, es poco lo que podemos influir en los cambios hormonales normales y drásticos que ocurren en esta etapa. Sin embargo, la dieta es una excelente manera de ayudar de forma suave a los adolescentes, ya que sus hormonas se equilibran. La dieta, en otros casos, es una forma poderosa de abordar muchos de los principales factores y desencadenantes involucrados en el acné. Una dieta saludable y una salud digestiva óptima realmente pueden establecer una base para una mejor salud de la piel, que luego se puede fortalecer con otras hierbas, suplementos, así como con tratamientos tópicos y otros según sea necesario.