Los beneficios de la leche materna - Más allá de los nutrientes y anticuerpos

El valor de la leche materna continúa creciendo a medida que vamos descubriendo más de sus propiedades y beneficios para la salud. Contiene todos los nutrientes que un recién nacido necesita, a excepción de la vitamina D, y los anticuerpos protectores de la vida que la madre crea de forma personalizada como respuesta a los peligros únicos de su entorno. Sin embargo, investigaciones recientes continúan descubriendo tesoros escondidos dentro de este elixir de la vida. Este artículo revisará nuevos estudios y discutirá las implicaciones para el desarrollo infantil.

Cuando los bebés están luchando contra una infección, la leche de su madre parece proporcionar más glóbulos blancos que combaten específicamente el patógeno en cuestión (1). No está claro exactamente cómo el cuerpo de la madre se entera de la afección del bebé (a menos, por supuesto, que la madre esté luchando contra el mismo microbio). Una hipótesis es que parte de la leche extraída que se encuentra con la saliva del bebé es absorbida nuevamente por el tejido mamario. Aquí se cree que altera la producción de leche en el futuro al informar a las células inmunes de la madre del peligro que corre el bebé. De esta manera, las hormonas, las citocinas inmunes y la microflora oral del lactante influyen en el contenido inmunológico y nutricional de la leche materna. Si bien los estudios de ultrasonido muestran el movimiento retrógrado de las grasas más profundas en el tejido mamario desde la areola, se necesita más investigación para confirmar esta hipótesis.

La melatonina es una hormona producida por la glándula pineal (y otros órganos) durante la oscuridad, en adultos y niños pequeños. En los lactantes, la producción no comienza sino hasta los tres o cuatro meses de edad. Mientras está en el útero, el bebé depende de la placenta para suplir sus necesidades de melatonina. Una vez que nace, depende de la leche materna para su suministro. ¿Por qué es importante la melatonina para los bebés? Hay varias características importantes de la melatonina. Primero, puede apoyar la función inmune. Un pequeño estudio de lactantes que luchaban contra la sepsis, una infección grave, demostró la protección y el aumento de las tasas de supervivencia de los lactantes que recibieron grandes cantidades de melatonina (20 mg por vía oral divididos en 10 mg por dosis) (2). Obviamente, la leche materna contiene solo pequeñas cantidades de melatonina en comparación con las utilizadas en el estudio, pero si se proporciona varias veces a lo largo de la noche de manera regular, también puede ofrecer cierta protección contra las infecciones. La melatonina en la leche materna fluctúa con los ritmos circadianos. Es más alta durante la noche y prácticamente no existe durante el día. Por esta razón, los investigadores están considerando desarrollar fórmulas nocturnas para bebés con melatonina, para replicar la producción circadiana natural.

En segundo lugar, la melatonina en adultos se ha relacionado con el mantenimiento saludable de los huesos. En estudios con animales, los resultados han sido prometedores con respecto a la prevención de la escoliosis (3), una condición caracterizada por huesos de la columna vertebral poco desarrollados que resultan en una curvatura excesiva. Los estudios en humanos demuestran un posible vínculo entre la deficiencia de melatonina y el desarrollo de escoliosis en la adolescencia (4). Sin embargo, en este punto, decir que la melatonina influye en el desarrollo óseo en los lactantes es pura especulación. Por último, la melatonina se puede producir en el tracto digestivo de los adultos, donde controla la motilidad gastrointestinal. Terapéuticamente, la melatonina se usa para tratar la enfermedad por reflujo gastroesofágico y tiene un uso potencial en el tratamiento del síndrome del intestino irritable. En los bebés, la melatonina puede ser la clave para prevenir el cólico. Los estudios informan una reducción de los cólicos en lactantes alimentados exclusivamente con leche materna y una producción alterada de melatonina en lactantes con cólico (5).

Hace tiempo que sabemos que la leche materna influye en la microflora del tracto digestivo; promoviendo la colonización con bacterias protectoras de la salud. Aparentemente, el proceso de amamantamiento, no solo la leche en sí misma, es importante. La flora de la piel contribuye al perfil microbiológico de la leche. Esto es evidente en los estudios que examinan la leche extraída y la leche extraída a través del protector del pezón. La microflora que se entrega al bebé y se cultiva a partir de sus heces es significativamente diferente a la de la leche que se entrega sin dichos dispositivos (6). Esto tiene sentido, ya que durante el amamantamiento el bebé debe succionar el pezón y la areola circundante, entrando en contacto con una cantidad importante de piel y sus respectivos habitantes. El perfil microbiológico de la leche materna incluye estafilococos, estreptococos, micrococos, lactobacilos y enterococos (7). Queda por determinar de dónde provienen exactamente estas bacterias en el cuerpo de la madre, aparte de la piel local. Una hipótesis es que se transportan al seno desde el intestino. Si es cierto, esto puede proporcionar un vínculo adicional entre la dieta materna y la composición de la leche materna.

Anteriormente, la leche materna se consideraba una fuente de inmunidad pasiva. La inmunidad pasiva ofrece protección temporal. Los anticuerpos maternos pasan al bebé y ofrecen protección solo mientras están presentes en el cuerpo. Se creía que, una vez que ocurría el destete, el sistema inmune permanecía simple y sin formación. Se necesitaba exposición al organismo infeccioso para producir sus propios anticuerpos y vigilancia a largo plazo. Sin embargo, ahora sabemos que las células inmunes maternas, llamadas linfocitos T, se abren paso en el tracto digestivo del bebé donde se instalan y comienzan a instruir a los residentes locales (8). El sistema inmunitario del tracto gastrointestinal construye fortalezas a lo largo del perímetro de los intestinos, llamadas parches de Peyer. Estas fortalezas albergan una amplia gama de células inmunes cuyo trabajo es vigilar los intestinos, prevenir la invasión e informar a las oficinas centrales sobre sus hallazgos (por ejemplo, los ganglios linfáticos regionales). Las células inmunes infantiles que residen en ellas se consideran poco formadas. No han visto gran parte del mundo de los microbios y no son muy buenas para distinguir entre amigos y enemigos.

¡Las células T citotóxicas y los linfocitos T maternos vienen al rescate! Los linfocitos maternos viajan a los parches de Peyer y comienzan a instruir a las células inmunes ingenuas del bebé. De esta manera, la leche materna proporciona protección a largo plazo y actúa como una fuente de inmunidad activa. La inmunidad activa es cuando el propio sistema inmune del organismo se involucra en los procesos de defensa. Más allá de la protección contra las infecciones agudas, esta forma de transferencia inmune puede desempeñar un papel protector contra las condiciones inflamatorias crónicas hasta la edad adulta. Numerosos estudios destacan la importancia del tracto digestivo en la regulación de la respuesta inmune sistémica, ya sea acercándose o alejándose de los estados proinflamatorios. Esta hipótesis está respaldada por investigaciones que demuestran que la lactancia materna se correlaciona con una menor incidencia de afecciones inflamatorias crónicas como diabetes, obesidad y enfermedades cardiovasculares. Además, los linfocitos maternos (o microbios maternos) pueden proteger contra enfermedades autoinmunes como la enfermedad celíaca, el asma y la esclerosis múltiple (9).

La leche materna contiene varios factores de crecimiento importantes, incluidos el factor neurotrófico derivado del cerebro, el factor de crecimiento nervioso, el factor neurotrófico derivado de las células gliales, el factor de crecimiento de fibroblastos y muchos otros (10). Estos factores de crecimiento están involucrados en la regulación del desarrollo neurológico al facilitar el crecimiento de axones y dendritas y la formación de nuevas conexiones entre las neuronas, llamada sinaptogénesis. Además, estos factores pueden ser responsables de la maduración de los intestinos, al apoyar el desarrollo del sistema nervioso entérico. Estos factores de crecimiento se encuentran en la leche materna y varían en cantidad dependiendo de la salud de la madre. Por ejemplo, las mujeres con preeclampsia entregan más factores neurotróficos derivados del cerebro en su leche en comparación con las mujeres sin esta afección. Se cree que esto compensa el mayor riesgo de desarrollo y los problemas cognitivos asociados con esta afección. De hecho, los lactantes amamantados (en comparación con los alimentados con fórmula) obtienen una puntuación más alta en varias herramientas de evaluación cognitiva y del desarrollo, como la escala del desarrollo infantil de Bayley, el coeficiente intelectual y la escala de calificación de comportamiento total, en comparación con la alimentación con fórmula, y esto puede deberse a estos factores de crecimiento.

El ácido docosahexaenoico (DHA, por sus siglas en inglés) también se encuentra en la leche materna. Este ácido graso puede variar en cantidades dependiendo de la dieta y / o suplementación de la madre. El DHA en la leche materna se ha correlacionado con varios beneficios para la salud del lactante. La mejora de la visión puede explicarse por el hecho de que se puede encontrar DHA con los fosfolípidos de la retina. Dado que el sistema nervioso también depende en gran medida de los ácidos grasos para su estructura, tampoco sorprende que el DHA ofrezca un mejor desarrollo neurológico al lactante, según varios estudios (11). Sin embargo, estos hallazgos son inconsistentes, ya que varios trabajos de investigación informan que no hay beneficios asociados con este nutriente. Esto puede deberse a la complejidad asociada con la investigación de los componentes de la leche materna, ya que, como se mencionó anteriormente, la leche materna contiene varios factores de crecimiento importantes. Por lo tanto, es difícil controlar todas las variables confusas y / o evaluar todos los nutrientes que están presentes en la muestra de cada participante. Según la última investigación sobre la conexión intestino-cerebro, es posible que los beneficios cognitivos proporcionados por la leche materna se deban al perfil microbiológico contenido en la leche.

En conclusión, la leche materna es excelente por muchas razones diferentes. Investigaciones recientes demuestran que hay un entrenamiento inmunológico sofisticado a través de la entrega de linfocitos T maternos y potencialmente a través de la melatonina nocturna. La melatonina también puede ser útil para reducir el cólico, aunque se requiere más investigación sobre esto. Se transmiten varios factores de crecimiento y ácidos grasos en la leche que ofrecen beneficios neuroprotectores y del desarrollo neurológico. Sin duda, a medida que investigaciones adicionales exploren el impacto de la dieta materna y la exposición ambiental, ampliaremos nuestro conocimiento de todos los beneficios y riesgos potenciales que conlleva la leche materna. Esta investigación también puede ayudar a desarrollar una mejor fórmula infantil, que puede ser necesaria cuando la leche materna no está disponible y / o está contraindicada.