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Entender las sensibilidades alimentarias - Enfoques naturopáticos

Español

Enfoques naturopáticos
por el Dr. Evan McCarvill, ND
PO Box 3343
Melfort, Saskatchewan, S0E1A0






Understanding Food Sensitivities

En mi campo de trabajo, muchos pacientes presentan afecciones crónicas que afectan su calidad de vida, para las cuales ha habido poca o ninguna solución “estándar”. Los síntomas como la fatiga que empeora lentamente, el aumento de peso, las erupciones en la piel, los dolores de cabeza y el dolor en las articulaciones son quejas comunes. Con frecuencia, estos síntomas no se explican en los círculos convencionales en términos de sus causas principales, y son imposibles de tratar o no se manejan adecuadamente con los tratamientos farmacológicos. Si bien los tratamientos farmacológicos son esenciales en muchas circunstancias, con demasiada frecuencia no son la respuesta final o ni siquiera la mejor para estos síntomas crónicos.

En mi experiencia, a una proporción significativa de estos casos se les ayuda investigando y abordando la posibilidad de reacciones crónicas de bajo nivel a ciertos alimentos en su dieta, que pueden haber pasado desapercibidas durante años. Estas reacciones pueden haberse convertido en un conjunto de síntomas que a menudo se aceptan como normales, hasta que se vuelven lo suficientemente severos como para hacer que el paciente se queje. Estas son las sensibilidades alimentarias ocultas, a menudo llamadas erróneamente “alergias alimentarias ocultas”.

Los diferentes tipos de reacciones alimentarias

En primer lugar, hay un par de diferentes tipos de reacciones alimentarias que pueden confundirse con las sensibilidades alimentarias ocultas verdaderas. La primera es lo que llamaré simplemente una “intolerancia alimentaria”. Lamento que haya tantas distinciones que pueden dificultar la comprensión, pero esta es la razón por la cual a menudo hay confusión. Una intolerancia alimentaria es simplemente una reacción a los alimentos que no está mediada por el sistema inmune. Más bien, es el resultado de un problema digestivo químico, enzimático o funcional. Un buen ejemplo de esto es la intolerancia a la lactosa, donde las personas pueden reaccionar con hinchazón y malestar al consumir leche y otros productos lácteos. Esto se debe a la falta de la enzima lactasa, que normalmente descompone correctamente la lactosa, un azúcar que se encuentra en los lácteos. Puede haber reacciones similares a otros carbohidratos poco digeridos que se fermentan en el intestino, como ciertos frutos, frijoles y trigo.[1] Si bien estas pueden confundirse con las sensibilidades alimentarias ocultas, no producen ninguna respuesta inmune o de anticuerpos.

El segundo tipo de reacción alimentaria que puede confundirse con una sensibilidad alimentaria oculta es una verdadera alergia a los alimentos, que es un fenómeno bien documentado en la medicina y difiere en la forma en que se manifiesta. Por ejemplo, las alergias alimentarias a los productos lácteos o al maní desencadenan una reacción inmediata, lo que provoca síntomas repentinos como inflamación de la garganta, producción de moco, erupciones cutáneas, hinchazón de ojos, etc. En casos graves, puede incluso provocar un shock anafiláctico, que puede ser mortal. Las personas con verdaderas alergias a los alimentos deben tener especial cuidado de evitar el contacto, para prevenir estos síntomas agudos, y por lo general no es difícil discernir desde el principio de la vida cuáles son los alimentos que detonan estas alergias. Una alergia alimentaria se produce por medio del anticuerpo IgE, que desencadena la liberación de histamina a partir de unos glóbulos blancos llamados basófilos. Esto se llama reacción inmune tipo 1.

Understanding Food Sensitivities Las verdaderas sensibilidades alimentarias ocultas

Las sensibilidades alimentarias ocultas son diferentes. Tienden a manifestarse más lentamente durante un período de días o incluso semanas, producto de la exposición a alimentos que puedes estar comiendo repetidamente en ese período, sin problema aparente en el momento. Es por eso que son “ocultas”, porque son más difíciles de detectar debido a la lentitud de manifestación de sus síntomas y al hecho de que son más sistémicos e inespecíficos. Estas reacciones están mediadas por un anticuerpo diferente, el anticuerpo IgG, que usualmente está más involucrado en la respuesta del sistema inmune a patógenos como virus y bacterias. Esto se llama reacción inmune tipo 3. Muchas personas experimentan síntomas digestivos, como intestino irritable; otros experimentan dolor artrítico en las articulaciones, migrañas, erupciones en la piel o incluso simplemente fatiga general sin explicación aparente.

Esto ocurre porque los anticuerpos IgG en la sangre se unen con moléculas de alimentos antigénicas (reactivas) y crean moléculas híbridas grandes y grumosas llamadas complejos. Estos son normalmente detectados por los glóbulos blancos, llamados macrófagos, que los tragan y los descomponen. Sin embargo, si hay demasiados complejos que exceden la capacidad de descomposición de los macrófagos, estas partículas en exceso pueden depositarse en ciertos tejidos y causar inflamación.[2][3] Por ejemplo, pueden asentarse en las cápsulas articulares de las manos o las rodillas, y la inflamación resultante puede contribuir al dolor articular. Por otro lado, la piel podría terminar sirviendo como un órgano alternativo de “desintoxicación” para expulsar esos complejos, y la inflamación resultante en la piel puede manifestarse en forma de dermatitis; acné, erupciones o incluso psoriasis.

Las sensibilidades alimentarias ocultas no son una enfermedad, pero pueden jugar un papel causante de enfermedades o empeorar los síntomas existentes. Si se logra identificar las sensibilidades alimentarias ocultas y se puede eliminar los alimentos desencadenantes de la dieta, puede haber una mejoría en varias condiciones diferentes, que incluyen:

    Síndrome del intestino irritable Migrañas Sobrepeso Dolor en las articulaciones Enfermedades de la piel Fatiga

Evidencia

La Fundación Británica contra las Alergias llevó a cabo un gran estudio en 2007.[4] Analizó pacientes a quienes se les habían realizado análisis de sangre de sensibilidad al IgG en los últimos tres meses. El objetivo del estudio fue averiguar si la eliminación de ciertos alimentos de su dieta, que se habían detectado como “reactivos” mediante el análisis de sangre IgG, reduciría los síntomas de estos pacientes. De los más de 5000 participantes, más del 70% siguió rigurosamente las recomendaciones con base en los resultados de las pruebas y eliminaron sus alimentos reactivos. Estos pacientes reportaron mejoras en una variedad de síntomas, principalmente en las primeras tres semanas. Además, los síntomas definitivamente regresaban luego de la reintroducción de los alimentos después.

La mejoría de los síntomas varió según el sistema corporal e incluyó dolor en las articulaciones, problemas respiratorios, digestión, afecciones de la piel, afecciones neurológicas e incluso afecciones psicológicas. Curiosamente, los síntomas en los que hubo una mayor mejora fueron los problemas digestivos, como el síndrome del intestino irritable, así como las condiciones psicológicas, como la ansiedad y la depresión.

Otra investigación publicada proporciona evidencia del beneficio de eliminar ciertos alimentos reactivos del IgG de la dieta, en casos de pirosis/indigestión,[5] el síndrome de Sjögren,[6] y la enfermedad de Crohn.[7]

La dieta de eliminación

Hay un par de formas de identificar si tus síntomas pueden estar relacionados con una sensibilidad alimentaria oculta. El primero es el método más barato, pero es más largo y requiere de más disciplina. Se llama la “dieta de eliminación”, en la que una lista sustancial de alimentos comúnmente reactivos se elimina simultáneamente de la dieta por un período de al menos seis semanas. Durante este tiempo, solo se deben consumir los alimentos de cada grupo de alimentos que probablemente no causen la reacción. Consulta con tu médico naturopático u otro proveedor de atención médica para asegurarte de que tengas una nutrición adecuada durante estas seis semanas. Durante este tiempo, debe haber una mejora radical, si es que no se da una resolución completa de los síntomas. Una vez que hayan transcurrido las seis semanas, revisa la lista de alimentos que eliminaste y vuelve a introducirlos uno a la vez. Por ejemplo, si estás reintroduciendo las papas, come papas en dos de tus tres comidas al día, durante tres días seguidos. Si no hay retorno de los síntomas en este momento, puedes volver a incluir las papas de manera segura en tu dieta, y puedes pasar al siguiente alimento. Si hay una reacción, evita el alimento nuevamente, espera unos días para recuperarte, mantenlo en tu lista de alimentos eliminados como resultado reactivo, y continúa con el siguiente alimento. A través de este proceso de eliminación, bastante lento pero metódico, se pueden identificar una o múltiples sensibilidades alimentarias ocultas.

Understanding Food Sensitivities

La ventaja de la dieta de eliminación es que no se basa en niveles de anticuerpos de un informe de laboratorio, que a veces puede reflejar reacciones físicas o no, sino más bien en la observación directa de los síntomas clínicos. Algunos médicos consideran que este es el mejor enfoque por esta razón. Además, las reacciones alimentarias que no son necesariamente mediadas por el sistema inmune también se detectarán con este método. Este método se aplica mejor cuando los síntomas pueden responder con bastante rapidez a los cambios en los estímulos antigénicos, como los síntomas digestivos, los niveles de energía, los dolores en las articulaciones o las reacciones en la piel. Sin embargo, algunas personas pueden tener conexiones de sensibilidad a los alimentos con síntomas como presión arterial alta o ataques de migraña bimensuales. Puede no ser fácil determinar si estos síntomas están regresando o no, en cuestión de un periodo breve de tres días de reintroducción. Aquí es donde la medición directa de los títulos de IgG puede ser útil.

Understanding Food Sensitivities Prueba de sangre IgG

La segunda forma de identificar las posibles sensibilidades alimentarias ocultas es el método más costoso, pero mucho más rápido y cómodo. Implica proporcionar una muestra de sangre capilar para enviar a un laboratorio, donde los anticuerpos IgG de la muestra se combinan con docenas de diferentes antígenos alimentarios; generalmente, una variedad mucho más amplia de la que generalmente puede cubrirse a través de la dieta de eliminación. Los alimentos que demuestran una reacción de IgG por encima de un cierto umbral se marcan como posibles sensibilidades alimentarias ocultas. Esto puede reducir significativamente la lista de posibles alimentos desencadenantes, y luego se puede emplear una dieta de eliminación más razonable para definir más concretamente qué alimentos se deben evitar. Existe cierta variabilidad individual en términos del tipo de alimentos que producen una reacción y la gravedad y naturaleza de los síntomas resultantes. Por lo tanto, generalmente se necesita un poco de experimentación, en cada caso particular. Pero un análisis de sangre IgG puede ser un punto de partida muy útil.

Inténtalo tú mismo

Si has estado teniendo problemas con algún síntoma crónico inexplicable, con el que puedes haber aprendido a vivir hasta ahora, o para el cual necesitas un tratamiento farmacológico continuo, y te gustaría cambiar eso, entonces tal vez valga la pena explorar la posibilidad de una sensibilidad alimentaria oculta. Habla con tu médico naturopático sobre la conveniencia de una dieta de eliminación para tu caso, y cómo llevarla a cabo de manera segura y efectiva. Discute la viabilidad de una prueba de sangre IgG para detectar tus posibles sensibilidades, o al menos para limitar la lista de posibilidades. Puedes adquirir un nuevo conocimiento con respecto a tu dieta que mejorará tu calidad de vida a largo plazo.