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El Aceite de Pescado y el Cáncer de Próstata - ¿Ayuda o Daño?

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El Aceite de Pescado y el Cáncer de Próstata - ¿Ayuda o Daño?

by: Dr. Monique Aucoin, ND

1255 Sheppard Ave E
Toronto ON
M2K 1E2

http://www.moniqueaucoinnd.com/



El Aceite de Pescado y el Cáncer de Próstata - ¿Ayuda o Daño?

Introduction

Durante el año 2013 se han podido ver algunos titulares sorprendentes acerca del aceite de pescado en los medios de comunicación populares. Enunciados como “Se confirman los vínculos entre los ácidos grasos omega-3 y el incremento de cáncer de próstata” en la revista Science Daily y “Hombres que toman suplementos con omega-3 con un riesgo 71% mayor de cáncer de próstata” en el New York Daily News. Esto fue bastante alarmante para el público que consumía suplementos con aceite de pescado. Sin embargo, una revisión sistemática – un resumen de toda la investigación acerca de este tema – fue recientemente publicada suministrando la evaluación más completa y actualizada en este tema incluyendo los resultados de 54 artículos de revistas .[1]

El tema de cómo la dieta afecta al cáncer de próstata ha sido un asunto de interés por un tiempo. Se sabe que el riesgo de cáncer de próstata varía dramáticamente según la zona geográfica – ¡en algunos lugares el riesgo es 60 veces mayor que en otros! Y cuando las personas se trasladan a vivir de un país con menor riesgo a uno con mayor riesgo, su riesgo realmente aumenta. Esto sugiere que factores como la dieta o el estilo de vida pueden estar fuertemente implicados (2). Las poblaciones con un mayor consumo de pescado (incluyendo los japoneses y los inuit de Alaska) tienen menores tasas de cáncer de próstata que individuos con dietas occidentales, por esta razón el pescado se convirtió en un tema de interés.[2]

Dos tipos de estudios de investigación son empleados para evaluar este tema. Los estudios observacionales miden cuánto aceite de pescado están consumiendo las personas por su propia cuenta y buscan la relación con que estos individuos desarrollen o no cáncer de próstata. Los estudios de intervención dan a las personas una cantidad específica de aceite de pescado y buscan un impacto en el cáncer de próstata. Mientras que los estudios observacionales le dan a los investigadores pistas de dónde puedan existir asociaciones, los estudios de intervención son necesarios para confirmar que una comida definitivamente causa un efecto dañino o de protección.

Ahora, ¿qué hay de malo con esos titulares que los medios de comunicación usaron para captar la atención de los lectores? El estudio del cual se informaba era un estudio observacional, no un estudio de intervención de alta calidad necesario para hacer conclusiones tan firmes de causa y efecto como las vistas en los titulares (3). De igual manera, el estudio no dio a ningún individuo aceite de pescado – intentó medir cuánto estaban consumiendo de manera natural en la dieta. Pero en realidad no midió la ingesta. Midió la cantidad de ácidos grasos omega-3 en sangre e hizo la suposición de que esto reflejaba la cantidad que ingerían las personas. Pero no fue capaz de decir si estas personas estaban obteniendo los ácidos grasos omega-3 de su dieta o de suplementos (¡otro aspecto más que esta mal con esos titulares!). Los estudios observacionales pueden detectar una asociación entre niveles más altos en sangre y el cáncer de próstata, pero no puede decir si el aceite de pescado causó el cáncer de próstata. Por ejemplo, quizás hombres con cáncer de próstata son más propensos a escoger opciones más saludables tras un diagnóstico de cáncer de próstata y comiencen a comer más pescado lo cual causó que sus niveles de omega-3 en sangre se elevaran. O tal vez los hombres con cáncer de próstata procesan el aceite de pescado de una manera diferente dando como resultado niveles más altos en sangre. Estos son ejemplos de cómo unos niveles más altos de omega-3 en sangre pueden ser un efecto del cáncer de próstata y no una causa – los estudios observacionales muchas veces no pueden hacer esta distinción. Además, hay otra serie de problemas con la medición de los niveles en sangre que se discutirán. Pero como puede ver, las conclusiones sacadas por los medios de comunicación no eran las apropiadas. En este artículo revisaremos todo el conjunto de evidencias científicas sobre este tema para obtener una idea más precisa de lo que se conoce actualmente.


Fish Oil and Prostate Cancer - Help or Harm? Estudios de Intervención

Estos estudios dan aceite de pescado a individuos y buscan un efecto en el cáncer de próstata. Juegan un papel crucial en la investigación para confirmar una relación de causa y efecto. Desafortunadamente, el número de estudios de intervención en este tema fue muy bajo. Cuatro estudios dieron suplementos de aceite de pescado a hombres que tenían cáncer de próstata (1). Ninguno de los estudios encontró un cambio en el PSA o antígeno prostático sérico– una prueba de sangre usada para monitorear la progresión del cáncer de próstata. Algunos de los estudios encontraron que el suplemento de aceite de pescado causó una disminución en la inflamación, así como la mejora en otros análisis de sangre utilizados para controlar la progresión del cáncer de próstata. Estos estudios estuvieron limitados por su corto periodo de tiempo – la mayoría duraron unos pocos meses lo cual no es tiempo suficiente cuando se observa una condición como lo es el cáncer de próstata el cual muchas veces cambia poco a lo largo de periodos de años. De igual manera, solo evaluaron la progresión del cáncer de próstata, no observaron como el dar suplementos de aceite de pescado a hombres sanos afectaba su riesgo de desarrollar cáncer de próstata en el futuro .[1]


Fish Oil and Prostate Cancer - Help or Harm?

Estudios Observacionales

El número de estudios que buscaron la relación entre la ingesta de pescado y el cáncer de próstata fue más elevado, 49 artículos describieron estos hallazgos. Se utilizaron diferentes tipos de estudios observacionales: algunos evaluaron las dietas de hombres y luego los siguieron a lo largo de un periodo de tiempo (estos son los llamados estudios de cohorte) y otros compararon a hombres con cáncer de próstata con hombres sin cáncer de próstata preguntándoles que recordaran cuando pescado habían comido anteriormente o midiendo sus niveles de aceite de pescado en sangre con el fin de estimar cuanto pescado comen normalmente (éstos son llamados estudios casos y controles). Se considera que los estudios de cohorte son de mayor calidad que los estudios de casos y controles. Además, algunos analizaron el riesgo de desarrollar cáncer de próstata entre hombres sanos y otros analizaron el riesgo de progresión de la enfermedad y muerte entre hombres que ya tenían cáncer de próstata.

En los estudios de cohorte que examinaron el riesgo de desarrollar cáncer, en la mayoría de ellos no mostraron relación alguna. Cinco estudios mostraron una relación entre una mayor ingesta de pescado y un menor riesgo, mientras que tres estudios mostraron una relación entre una mayor ingesta de pescado y un riesgo mayor de cáncer. Por el contrario, los estudios de cohorte que analizaron el riesgo de muerte por cáncer de próstata estuvieron en consonancia entre ellos. Cinco estudios mostraron una disminución significativa en el riesgo de morir de cáncer de próstata con una ingesta mayor de pescado y los otros dos mostraron una pequeña disminución del riesgo que no fue lo suficientemente amplia para ser estadísticamente significativa.

Los resultados de los estudios de casos y controles fueron más variables con una mezcla de resultados que sugieren un efecto protector, un efecto perjudicial o ningún efecto. Estos estudios tuvieron muchas limitaciones, la más significativa fue la capacidad de evaluar de manera precisa la cantidad de aceite de pescado a la que los participantes del estudio habían estado expuestos. Algunos de estos estudios utilizaron un cuestionario en el que se les pedía a los participantes que recordaran la cantidad de comida que habían ingerido en un momento determinado, en muchos casos en años anteriores. La exactitud del mismo está limitada por errores de memoria intencionales (los participantes pueden sentirse juzgados y comunicar información inexacta) o errores no intencionales de memoria (¡recordar patrones de alimentación de hace diez años puede ser muy difícil!). Algunos de los estudios emplearon análisis de sangre en vez del cuestionarios – midieron la cantidad de ácidos grasos omega-3 presentes en sangre. Sin embargo, esto también tiene sus limitaciones. El análisis de sangre proporciona información acerca de cuanto omega-3 ha estado comiendo la persona recientemente (de días a meses como máximo, dependiendo de la prueba), pero el cáncer se desarrolla a lo largo de muchos años. Además, los individuos metabolizan las grasas de manera diferente, por lo que dos personas que consuman la misma cantidad de omega-3 pueden tener diferentes niveles en sangre, haciendo su interpretación más complicada.[1]


Posibles Mecanismos y Conclusiones

Al considerar si un factor de riesgo puede estar asociado con un aumento o disminución del riesgo de una enfermedad, es importante considerar cómo puede ocurrir esto; en otras palabras, su mecanismo de acción.

En términos de un posible efecto protector, se han propuesto varios mecanismos de acción. Los ácidos grasos omega-3 en el aceite de pescado reducen la inflamación lo cual mejora la capacidad del sistema inmunológico para matar las células cancerosas. Los estudios en animales -aunque preliminares- también han demostrado que los ácidos grasos omega-3 ralentizan el crecimiento de tumores, disminuyen las metástasis y aumentan los efectos de los fármacos quimioterapéuticos. En una revisión preliminar de estos estudios en animales y en células, 50 de 51 estudios mostraron que los ácidos grasos omega-3 tenían un efecto anticancerígeno .[1]

Por lo que respecta a cómo el aceite de pescado podría incrementar el riesgo de cáncer de próstata, no se ha sugerido ningún mecanismo biológico. Es posible que los resultados descritos anteriormente estén relacionados con el tipo de estudio empleado – aquellos que sugieren un mayor riesgo tenían más probabilidad de que fueran estudios de casos y controles los cuales son considerados de menor calidad y con menor exactitud en la detección de estas asociaciones (1). Un estudio sugirió que la relación entre la ingesta de omega-3 y de omega-6 puede ser más relevante que la observación sólo de omega-3. Los ácidos grasos omega-6 tienen efectos pro-inflamatorios, lo contrario que los omega-3, por lo que estudiar ambos puede dar una idea más precisa de cómo los ácidos grasos afectan a los niveles de inflamación en el cuerpo .[4]

Así mismo, la gran mayoría de estudios observacionales (los estudios que sólo estudiaron cuánta cantidad de ácido graso omega-3 consumían las personas) únicamente examinaron la cantidad de pescado ingerida y no la de suplementos de aceite de pescado. Como resultado los efectos observados pueden estar relacionados con el aceite de pescado o con CUALQUIER otro componente encontrado en el pescado. Se sabe que el pescado contiene muchos contaminantes ambientales que afectan al sistema hormonal y por lo tanto podrían afectar al riesgo de cáncer. De igual manera, el proceso de cocción puede ser relevante, un estudio que separó el consumo de pescado según su método de preparación encontró que el pescado “bien hecho” o “muy bien hecho” o cocinado a altas temperaturas estaba asociado con un mayor riesgo de cáncer de próstata mientras que el pescado cocinado “al punto” o a bajas temperaturas no lo estaba .[5]

En conclusión, las investigaciones actuales no nos permiten sacar ninguna conclusión firme acerca de la relación entre el aceite de pescado y el cáncer de próstata. No podemos decir que aumente o disminuya el riesgo de desarrollar esta enfermedad. Los estudios observacionales sugieren que puede existir una relación entre el elevado consumo de pescado y una menor probabilidad de morir de cáncer de próstata pero se necesita más investigaciones utilizando estudios de alta calidad. En general, las preocupaciones expresadas por los medios de comunicación no son válidas y hay razones para pensar que el consumo de pescado puede ser beneficioso, sin embargo, son necesarias más investigaciones para comprender completamente esta relación.