El seguimiento de tu ciclo menstrual - Desmontando los mitos

Comprender tu ciclo menstrual implica más que solo estimar cuándo llegará tu próximo período. Conocer tu cuerpo y hacer un seguimiento de tus ciclos menstruales puede proporcionar una idea de tu salud hormonal y reproductiva. Es posible que experimentes síntomas que usualmente denominamos “normales” cuando deberíamos llamarlos “comunes”. Estos síntomas pueden ser signos de: un desequilibrio hormonal, una deficiencia de nutrientes, un porcentaje de grasa corporal demasiado bajo o demasiado alto ⁽¹⁾ o como resultado del estrés.

La duración de un ciclo menstrual saludable está en el rango de 26 a 32 días ⁽²⁾. Puedes hacer seguimiento de la duración de tu ciclo con tu calendario o una aplicación como “P Tracker”, contando tu primer día de sangrado (primer día de tu período) como día 1 y continuando hasta el día anterior a tu próximo período. Para determinar si una duración del ciclo es saludable, la regularidad es importante. Eso significa que incluso si tu ciclo dura 33 días, que está fuera de nuestro rango saludable, si tus ciclos son constantes y siempre se encuentran dentro de un rango de variación muy pequeño, por ejemplo, 32-34 días, todavía se consideraría saludable y regular. Sin embargo, si tus ciclos son siempre de una duración diferente, por ejemplo, 23 días un mes, 34 otro, luego 28 en el tercer mes, etc., eso sería más indicativo de fluctuaciones hormonales irregulares o irregularidades del ciclo ⁽²⁾. La consistencia es clave para la salud hormonal, pero aún más para la salud reproductiva y general.

Las variaciones en la duración del ciclo se han relacionado con factores de riesgo de enfermedad cardiovascular, cáncer de mama e infarto de miocardio ⁽³⁾. El ciclo menstrual se puede dividir en dos fases distintas: la fase folicular y la fase lútea, ambas de aproximadamente 14 días de duración. Saber qué día ocurre la ovulación puede no parecer una tarea importante para las mujeres que no intentan concebir, pero comprender dónde se encuentra la ovulación con respecto a la duración total de tu ciclo puede marcar una gran diferencia al investigar la disfunción hormonal.

La fase folicular está representada por los días 1-14 de tu ciclo, o desde el día 1 de la menstruación hasta el día de la ovulación. Por el contrario, la fase lútea ocurre desde el día después de la ovulación hasta el día previo al día de sangrado menstrual ⁽³⁾. En general, nuestros ciclos tienden a acortarse a medida que envejecemos, y la perimenopausia influye en la mayor variabilidad en los ciclos. En esta etapa de la vida de una mujer, los ciclos pueden alargarse, produciendo un período de 2-3 meses ⁽³⁾. Para las mujeres más jóvenes, un ciclo más prolongado puede estar asociado con un IMC más alto, el uso reciente de anticonceptivos orales y si tuvieron la menarquia a una edad mayor ⁽³⁾. El uso de marihuana en las mujeres también se ha asociado con fases foliculares más largas ⁽³⁾.

Los ciclos menstruales más cortos y las fases foliculares más cortas se han relacionado con la ingesta elevada de cafeína y el consumo de alcohol ⁽³⁾. Un ciclo corto en general puede indicar una fase lútea más corta. Esto puede determinarse marcando el día de la ovulación, ya sea con el uso del seguimiento de los síntomas de la ovulación (ver a continuación) o las tiras de prueba de LH (también conocidas como pruebas de predicción de la ovulación).

Existen varios factores que pueden afectar y acortar la fase lútea, pero a menudo vemos anormalidades hormonales como: baja progesterona, bajo nivel de estrógeno y, en consecuencia, deterioro del cuerpo lúteo y la función endometrial ⁽⁴⁾. La disfunción o acortamiento de la fase lútea ha sido una causa asociada de abortos involuntarios repetitivos ^{(3) (4)}, pero las consecuencias de la función hormonal anormal van más allá de la fertilidad. Los niveles bajos de progesterona también se han relacionado con los síntomas del síndrome premenstrual, como ansiedad, interrupción del sueño, retención de líquidos, disminución de la libido y dolores de cabeza o migrañas ⁽¹⁾.

Ahora que entendemos la importancia de la duración del ciclo y cómo el momento de la ovulación afecta la duración de cada fase del ciclo menstrual, es importante reconocer cuándo ocurre la ovulación. Hay varias maneras de hacer seguimiento de la ovulación, algunas más confiables que otras. Las formas baratas, en casa, de hacer seguimiento de la ovulación consisten en conocer tu cuerpo y reconocer los diferentes tipos de secreciones cervicales y vaginales. La secreción cervical puede aparecer unos días antes de la fecha de la ovulación, a menudo 1-5 días después de la menstruación. Es una secreción transparente, viscosa, parecida a la clara de huevo. Puede parecer “pegajosa” y puedes comprobarlo separándola lentamente entre dos dedos (o con el papel higiénico del baño), observando la elasticidad. Este tipo de secreción debe ser adhesiva y elástica para ayudar a facilitar la retención de los espermatozoides para la ovulación, y puede estar presente un día después (pero generalmente no más tiempo) después de la ovulación.

Alternativamente, muchas mujeres usan el seguimiento de la temperatura basal del cuerpo (BBT, por sus siglas en inglés) como un medio para identificar la ovulación. Aunque no es el método más confiable ⁽³⁾, puede servir como una herramienta de detección al observar las tendencias de temperatura a lo largo del ciclo. Para registrar adecuadamente la BBT, es importante tomar una lectura de temperatura al despertar, pero antes de levantarte de la cama. Muchas mujeres consideran que tomar la temperatura debajo del brazo en la axila es suficiente, pero la temperatura oral también funcionará siempre que la ubicación sea consistente. La BBT debe tomarse y registrarse todos los días en el transcurso de tres ciclos. Debido a que no es el método más confiable, tener lecturas durante tres meses ayuda a discernir los patrones de temperatura.

En general, la BBT alcanza un punto bajo en la curva de temperatura antes de la ovulación, luego muestra un aumento prominente, alcanzando su punto máximo después de la ovulación ⁽⁵⁾. Aunque puede ser difícil identificar el día exacto de la ovulación, el uso de la BBT ayuda a reducirlo a un intervalo de aproximadamente dos días alrededor de la ovulación ⁽⁵⁾.

Hasta la fecha, uno de los medios más confiables para probar la ovulación es la prueba de hormonas ⁽⁶⁾. Esto se ha hecho más fácil para las mujeres ya que cuentan con kits de predicción de la ovulación en el hogar, también conocidos como kits urinarios de LH. Estos kits de predicción se utilizan para detectar el aumento máximo en los niveles de LH, pero puede ser costoso continuar usándolos todos los meses.

Por lo general, el sangrado durante la menstruación dura de cuatro a seis días ⁽²⁾. De nuevo, puedes experimentar entre tres y siete días de sangrado, pero es más importante buscar consistencia de ciclo a ciclo. Para la mayoría de las mujeres, los primeros dos o tres días tienden a ser los más pesados, teniendo un flujo más ligero durante el resto de la menstruación.

El flujo total en el transcurso de un período menstrual debe medir alrededor de 30-35 ml de tejido desprendido ⁽¹⁾. Esto equivale a alrededor de dos cucharadas soperas. El sangrado abundante se caracterizaría por al menos el doble de esta cantidad. La manera más fácil de medir el flujo es mediante el uso de una copa menstrual que contiene medidas marcadas que te permiten realizar un seguimiento del volumen de flujo cada vez que vacías la taza. Alternativamente, es posible que desees realizar un seguimiento de la frecuencia en que necesitas cambiar tu toalla sanitaria o tampón. Por ejemplo, la necesidad de cambiar una toalla sanitaria saturada una vez por hora en el transcurso de un día sería un indicador de un flujo abundante.

Mientras haces seguimiento del flujo, toma nota de cualquier coágulo, su tamaño y el color general de tu flujo menstrual. Las características y el volumen del flujo menstrual pueden hacer que tu médico (naturopático o general) investigue los trastornos hemorrágicos, el recuento plaquetario actual y el almacenamiento de hierro. Con cualquier aumento en la pérdida de sangre, el riesgo de tener una disminución en los niveles de hierro también aumenta y puede provocar fatiga crónica.

Por último, el seguimiento del ciclo proporciona un medio para detectar muchos otros síntomas que pueden estar relacionados con las fluctuaciones hormonales. El seguimiento de los cambios de humor, los brotes de acné, los dolores de cabeza y/o las migrañas son importantes para evaluar la causa raíz de dichos síntomas.

El seguimiento del ciclo puede ser una poderosa herramienta reproductiva. Podemos usar el seguimiento de síntomas para comprender cuándo estamos ovulando, cuándo están a punto de comenzar nuestros períodos, y si algo no está bien. El seguimiento del ciclo también se puede utilizar como una forma de entender cuándo estamos en los días fértiles. Con un ciclo constante y regular, este seguimiento se utiliza en el Método de Conciencia de la Fertilidad (FAM, por sus siglas en inglés) para prevenir o promover el embarazo. Pero aparte del seguimiento de la fertilidad, conocer tu ciclo te proporciona información clave sobre tu salud hormonal y puede ayudar a discernir si otros síntomas están relacionados con la disfunción hormonal.

El seguimiento se puede hacer a través de una aplicación de teléfono inteligente o tableta, o con una tabla/calendario. Vigila tus ciclos constantemente, comenzando con la duración del ciclo, e intenta detectar cuándo puedes estar ovulando. Conoce tu cuerpo y presta atención a los cambios en la secreción vaginal y cervical. Y lo más importante, no dudes en buscar ayuda médica o naturopática para tratar de comprender sus síntomas y fluctuaciones hormonales individuales. El hecho de que un síntoma sea común no significa necesariamente que sea “normal”.