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Probióticos - El eje intestino-cerebro

Español
El eje intestino-cerebro
by Dr. Sarah King ND
Upper Beach Health and Wellness
1937 Gerrard St E
Toronto, ON
416 627-5006
upperbeachhealth.com

Probiotics -  The Gut-Brain Axis


Introduction

Muchos tendemos a subestimar el poder de nuestros tractos gastrointestinales (GI). En su sentido más básico, nuestro estómago digiere los alimentos que comemos y que luego eliminamos. Parece un sistema bastante eficaz y conciso, pero el mundo que hay dentro del GI es, en realidad, un ecosistema completo que siempre está en constante actividad. Las colonias bacterianas dentro de este sistema interactúan con los alimentos que enviamos, crean un hábitat y ocupan espacio a lo largo del revestimiento intestinal, ¡enviando señales y comunicándose con nosotros! Dentro de usted, hay literalmente trillones de microorganismos vivos que tienen poder de sugestión sobre usted. ¿Le apetece azúcar a todas horas? ¿Tiene ansiedad o se encuentra bajo de ánimo? ¿Tiene calambres abdominales y/o siente la urgencia de vaciar el intestino cuando está ansioso o estresado? Todas estas experiencias son guiadas por el eje entérico-cerebro-intestino.

El eje intestino-cerebro es esencialmente la conexión entre el sistema nervioso entérico y el sistema nervioso central e incluye todas las comunicaciones entre el GI y el cerebro. La microbiota intestinal desempeña un papel crítico tanto en la función de este eje como en muchos otros procesos, desde el control inflamatorio y las respuestas inmunitarias hasta la integridad y permeabilidad de la barrera intestinal (1). El término "microbiota intestinal" se usa para describir la multitud de especies y colonias de bacterias y levaduras que se encuentran en el GI. La composición de la microbiota intestinal varía en función de la dieta, el estrés y los factores ambientales e influye en la producción de metabolitos que ayudan a mantener la homeostasis del huésped (2).

La microbiota intestinal está muy influenciada por nuestra dieta porque las bacterias se alimentan de los contenidos nutricionales de nuestros intestinos. Esto favorece la fermentación de carbohidratos y libera ácidos grasos de cadena corta para la producción de energía de otras bacterias más especializadas (3).

El equilibrio de cepas bacterianas es crucial para nuestra salud y, de hecho, muchos problemas de salud se han relacionado con la disbiosis intestinal, por lo que un desequilibrio en las cepas o la falta de bacterias en el intestino puede influir en la integridad de la pared intestinal y el tiempo de tránsito (4). Por ejemplo, el sobrecrecimiento bacteriano del intestino delgado (SIBO, por sus siglas en inglés) describe una afección en la que el GI está habitado por una gran cantidad de bacterias patógenas y relativamente pocas bacterias comensales. Se ha demostrado que el SIBO perjudica el tiempo de tránsito intestinal, causando estreñimiento, pero también que puede acelerar el tiempo de tránsito, causando diarrea (4). Esta disbiosis es un reflejo de la dieta, la calidad del sueño y el estrés en el cuerpo (4).

Además de provocar cambios en la permeabilidad y motilidad intestinal, esta flora bacteriana también juega un papel clave en la función inmune de la mucosa y en la producción de GABA y serotonina como moléculas señalizadoras para el sistema nervioso (1).

La serotonina funciona como una importante molécula señalizadora para el sistema nervioso entérico, funcionando y superponiéndose con el sistema nervioso central (1). El triptófano, un precursor de la serotonina, se encuentra en semillas, soja, carne y pescado. A partir de nuestra dieta, el triptófano se absorbe en el intestino y atraviesa la barrera hematoencefálica donde se transforma en serotonina (1). Curiosamente, casi toda la serotonina de nuestros cuerpos se encuentra realmente en el intestino, sintetizada por las células enterocromafinas (EC) (1). Esta producción de serotonina se utiliza para modular el funcionamiento del GI a través de la secreción, el peristaltismo, la vasodilatación, la percepción de dolor y las náuseas (1).

Pero no son solo las células EC las que sintetizan la serotonina sino que la microbiota intestinal también tiene la capacidad de producir serotonina a partir del triptófano, y de utilizarlo como una señal dentro del eje intestino-cerebro para modificar el comportamiento del huésped (1). Actuando sobre el eje intestino-cerebro, la serotonina no solo influye en el cerebro y en nuestro estado de ánimo, sino que también regula el desarrollo de estructuras en el revestimiento intestinal. Así, las microvellosidades son protrusiones microscópicas que aumentan la superficie del revestimiento intestinal. Esta superficie adicional se utiliza para la absorción de nutrientes y su desarrollo es inducido por 5-HTP, el precursor de la serotonina (5).

Estas conexiones demuestran cómo la flora bacteriana intestinal puede influir en la salud intestinal y la absorción de nutrientes, y contribuir a la señalización dentro de los sistemas nerviosos entérico y central.


Iniciación y mantenimiento de una microbiota intestinal sana

La colonización del GI por microbiota se determina inicialmente en el momento de nacer por la forma en que se produce el parto. Los bebés nacidos vaginalmente tienen una microbiota dominada por las especies de lactobacillus que provienen de la microbiota vaginal y fecal de la madre (1). Por el contrario, los bebés nacidos por cesárea tienen una microbiota influenciada predominantemente por la microflora de la piel de la madre. Esta flora está compuesta típicamente de especies de staphylococcus, corynebacterium y propionibacterium, con una mayor susceptibilidad a C. difficile (6). También se ha demostrado que estos bebés tienen cantidades muy bajas de bífidobacteria, aunque la lactancia materna puede proporcionar una gran cantidad de bífidobacteria (1). Esta flora bacteriana se diversificará más cuando el bebé empiece a alimentarse de alimentos sólidos

Benefits of Probiotics on the Gut-Brain Axis

Como se mencionó anteriormente, la dieta tiene un papel muy importante en el mantenimiento de las bacterias intestinales beneficiosas. Después de todo, estas bacterias se alimentan de los compuestos y nutrientes que se encuentran en nuestro GI. La fibra también juega un papel muy importante y su ausencia puede producir una migración bacteriana. Si su fuente de alimento preferida no está disponible, la microbiota buscará alimentarse de otros compuestos como los aminoácidos, liberando sustancias potencialmente dañinas durante el metabolismo (3). Estas sustancias pueden contribuir a la inflamación y al síndrome del intestino permeable, causar problemas con la permeabilidad intestinal y una pérdida de integridad en las estrechas uniones que hay entre las células intestinales. Este proceso puede influir en el desarrollo de EII o cáncer de colon, además de dar lugar a sensibilidades y/o alergias alimenticias (3).


Antibióticos y salud intestinal

Como adultos, nuestra microbiota está fuertemente influenciada por nuestras dietas y puede ser alterada fácilmente por el uso de antibióticos (1). Cada vez es más común, aunque no es una práctica habitual, que los médicos aconsejen a los pacientes que tomen un probiótico durante o después de un tratamiento con antibióticos. Tomar un probiótico unas horas después de una dosis de antibióticos puede ayudar a corregir el efecto de destrucción que los antibióticos tienen en la microflora intestinal. Sin embargo, el uso repetido de antibióticos sin la repoblación de bacterias intestinales sanas puede causar alteraciones permanentes en el intestino (1).

Más específicamente, el uso de antibióticos en niños reduce la colonización de las cepas de bífidobacterium y lactobacillus. Estas especies de bacterias ayudan a cambiar el sistema inmunológico alterando la homeostasis inmunológica entre las respuestas TH1 y TH2 (1). El uso temprano y frecuente de antibióticos se ha asociado con alergias y enfermedades del intestino irritable (EII) (1).

En niños y adolescentes, el desarrollo cerebral depende de la neurotransmisión serotoninérgica y es necesario para la función de estructuras en el cerebro como la amígdala, el hipocampo y la corteza frontal. Así, la función señalizadora de la serotonina puede influir en el sueño, el comportamiento sexual y el estado de ánimo, reforzando la necesidad de tener una microflora intestinal sana (1).


Beneficios de los probióticos en el eje intestino-cerebro Benefits of Probiotics on the Gut-Brain Axis

No se puede subestimar la interconexión entre el cerebro y el intestino. La disbiosis intestinal, una microbiota intestinal alterada con pocas colonias bacterianas beneficiosas en relación con las especies patógenas, se ha relacionado con la ansiedad y la depresión (1). De hecho, algunos estudios están mostrando los beneficios de los probióticos con respecto a la angustia psicológica y a la depresión (7).

Los probióticos por definición son microorganismos vivos que se administran en dosis lo suficientemente altas como para beneficiar positivamente la salud del huésped (8). Su uso para trastornos gastrointestinales se ha estudiado en detalle, pero en la última década se han llevado a cabo más estudios acerca de sus beneficios sobre el sistema nervioso (8). Varios estudios llevados a cabo en seres humanos han demostrado que los probióticos de múltiples cepas pueden mejorar los síntomas de ansiedad y depresión, y también las facultades cognitivas (4) (8).

Por otra parte, la respuesta del estrés adulto a través del eje hipotálamo-hipófisis (HPA) también se ha relacionado con la microbiota intestinal. Se han observado respuestas anormales al estrés en adultos con disbiosis intestinal que pueden revertirse con una adecuada colonización y restauración de la microbiota intestinal (4). Además, se ha demostrado que los probióticos de múltiples cepas disminuyen el cortisol y/o la hormona adrenocorticotrópica (ACTH).

En la actualidad, se están llevando a cabo varios estudios en humanos y algunos están investigando el papel que tiene la microbiota intestinal en áreas como el autismo, la enfermedad de Parkinson y el dolor crónico (4). Las cepas más destacadas por su capacidad para mejorar la ansiedad, la depresión y las respuestas al estrés, además del alivio gastrointestinal, son B. longum, B. breve, B. infantis, L. helveticus, L. rhamnosus, L. plantarum y L. casei, con dosis que varían entre 10 millones y 40 mil millones de unidades formadoras de colonias (CFU) al día (8).

Conclusiones

La colonización del GI por especies bacterianas influye en varias áreas de nuestra salud general incluyendo la digestión, el estado de ánimo y el comportamiento. La capacidad que tienen nuestras células intestinales y la microflora intestinal para modular la síntesis de serotonina desempeña un papel fundamental en la señalización entre los sistemas nerviosos entérico y central. El síndrome del intestino irritable, aunque se presenta como un trastorno digestivo disfuncional, se ve muy afectado por el estrés y la ansiedad, y los síntomas podrían tener que ver con la composición de la microflora intestinal. Los estudios que se están llevando a cabo en humanos continúan investigando el papel de los probióticos en la salud mental y las respuestas al estrés y podrían ser una intervención recomendable en trastornos gastrointestinales relacionados con la ansiedad y el estrés. Por lo tanto, repoblar el intestino después del uso de antibióticos es fundamental para la salud en general, incluyendo el desarrollo de estructuras dentro del cerebro en niños y adolescentes.